Actualizado el sábado 23/MAR/24

Imitando a Jesús y a María

En las huellas de Jesús. 

Al niño le gusta poner sus pies en las huellas que deja el padre en la arena, y así se siente grande como el padre.

También nosotros los cristianos debemos poner nuestros pies en las huellas de Jesús. Son huellas ensangrentadas en este mundo, pero nos llevan paso a paso hacia el Cielo.

Son muchos, dice Tomás de Kempis, los que siguen a Jesús hasta la Cena pascual, pero pocos quienes lo acompañan aún hasta el Getsemaní y al monte Calvario.

A Jesús lo seguían muchos que buscaban prestigio, puestos de honor, riquezas o diversión. Pero el Señor no nos promete estas cosas sino la gloria eterna, a cambio de llevar nuestra cruz tras Él en este mundo para que, sufriendo con Él, también lleguemos a gozar para siempre con Él en su triunfo eterno.

Hay que imitar a Jesús, porque en Él está la perfección infinita. Si Jesús reza, rezar también nosotros. Si Jesús trabaja, trabajar; y si hace penitencia, hacer otro tanto nosotros. Porque no somos superiores al Maestro, y cuando seamos perfectos habremos alcanzado la perfección de Jesús.

Entonces no debemos creernos más que Él, y si Jesús tuvo necesidad de rezar; mucha más necesidad tenemos nosotros. Si Él salvó a las almas del poder del Maligno con la oración y el sufrimiento; entonces nosotros tenemos que hacerlo con esas mismas armas y no otras.

Para imitar a Jesús y a María, debemos conocerlos, ya que conociéndolos los amaremos cada vez más; y a medida que los amemos más, tanto mejor los iremos conociendo, y podremos imitarlos mejor para salvarnos nosotros y ayudar a salvar a multitud de hermanos nuestros.

Jesús, María, os amo, salvad las almas

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En esta sección, creada el 11 de Julio de 2011, memoria de San Benito abad, iremos repasando todas las virtudes de Jesús y de María, para imitarlas y ser santos.