Dios nos ama. 

No hay nada que ayude tanto en el camino de la vida, como el sabernos amados por Dios.

Efectivamente, suceda lo que suceda, siempre debemos pensar que Dios nos ama, que es bueno, y que si lo que nos ocurrió es malo, es decir, querido por fuerzas contrarias a Dios, estar convencidos de que Dios lo ha permitido por bondad, por amor hacia nosotros.

Porque la mayoría de las veces estamos abatidos y descorazonados porque no creemos firmemente en que Dios nos ama infinitamente y constantemente. De manera que cuando nos sucede alguna desgracia, enseguida pensamos en la Justicia de Dios, en un castigo suyo. Y si bien la Sagrada Escritura habla de castigos de Dios, en realidad el Señor no castiga positivamente, sino que a veces permite que el Mal nos haga mal, pero siempre para sacar un bien mayor, y nunca por odio hacia nosotros, sino todo lo contrario, por un amor ilimitado de Dios por nosotros.

Si tenemos esta convicción en la vida: que Dios nos ama infinitamente, siempre, a pesar de todo lo que nos pueda suceder, entonces viviremos felices aún en medio de las pruebas de la vida, confiando en Dios, sabiendo que hay un Bueno que vela por nosotros día y noche: Dios Omnipotente.

 

 

 

 

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