Somos almas de la Iglesia Purgante en espera de nuestro encuentro con el eterno Juez divino.
Somos almas que esperamos el consuelo de la ayuda fraterna que apresure nuestra liberación.
Consideramos superfluo intentar tratar de haceros comprender nuestra pena.
Si una imagen pudiera servir para daros una idea de ello, entonces os decimos: intentad imaginar a un hombre que arde entre las llamas y el deseo que tiene de salir para sumergirse en aguas frescas y limpias.
Es una pálida idea que puede haceros comprender el deseo ardiente de poner fin a la atormentada espera que nos impide unirnos al solo, único Bien por quien hemos sido creados.
En la tierra, distraídos como estáis continuamente por mil intereses, influidos por los sentidos y distraídos en tantas exigencias de la vida material, vosotros no podéis comprendernos a nosotros, almas purgantes. Estamos abrasadas por la única necesidad, por la única aspiración, por el único e inmutable deseo: reunirnos con Aquel, que es Causa y Fin de nuestra existencia. No podéis comprendernos, porque vemos de manera diferente a vosotros. Hermano sacerdote, Don Octavio, tú sabes que no podemos hacer nada por nosotras mismas; pero sabes bien que podemos rezar y obtener para vosotros, todavía militantes en la tierra.
Esto sucede por un admirable designio de la Providencia que ha querido que circule en toda la Iglesia, como Cuerpo Místico, el amor que transcurre entre Jesús y los miembros entre ellos.
Cuántos tesoros aún por descubrir y valorar
Hermano Don Octavio, hemos hablado de realidades maravillosas, o mejor
estupendas, si tuviéramos otros vocablos más eficaces los usaríamos para
haceros comprender cuántos tesoros hay aún por descubrir y valorar por
parte de muchísimos cristianos que ignoran, que no ven y por lo tanto no
obran, para su perjuicio y en este caso también en daño nuestro; Don
Octavio, no basta el don de la vida, aun la física, intelectual,
espiritual se necesita vivirla, ¿para qué serviría una vida no vivida?
Cuánto bien no hecho, cuánto bien descuidado por la superficialidad de
fe, de esperanza y de caridad, dones maravillosos, pero muchas veces
casi desperdiciados en una tibieza y negligencia incomprensibles
Vosotros deberíais saber muy bien que vuestras posibilidades de bien con
relación a nosotras constituyen una reserva potencial casi inagotable,
cualquier cosa que hagáis bastaría transportarla del plano natural al
plano sobrenatural de la gracia añadiéndole la intención: «por las almas
Santas del Purgatorio», y si son ya cosas de orden sobrenatural, como
la Santa Misa celebrada o escuchada, basta sólo con añadir la intención
dicha; si salís para un paseo, para una compra o cualquier otra cosa que
hagáis o penséis, hacedlo por amor al Señor y en sufragio de nuestras
almas.
A vosotros, hombres toca dar el «ya»
Tú sabes, hermano, que por parte nuestra la respuesta sería, es inmediata, para nosotras no podemos hacer «nada», pero para vosotros podemos hacer «mucho», pero sois vosotros, quienes vivís en la fe y en la prueba, quienes debéis, por así decirlo, dar el «ya» para volver operante este Dogma de la Comunión de los Santos.
Don Octavio, es cierto que las necesidades materiales y sobre todo espirituales son para vosotros muchas, pero ¿por qué no tener en cuenta que también nosotras, Almas Purgantes, podemos ayudaros mucho para resolver todos vuestros problemas personales y sociales? ¡Si supieras lo que quiere decir Purgatorio!!! ¡Si lo supieran los cristianos, que tan rápidamente se olvidan de nosotras, que tan fácilmente se olvidan de sus promesas, que tan mal viven su fe, que más que en nosotras, piensan en la podredumbre y cenizas de nuestros cuerpos!!!
Hermano nuestro Don Octavio, cuánto se podría y se debería hacer por Caridad y por Justicia con respecto a nosotras… intensifiquemos en mucho nuestra comunión y los benéficos efectos y las bendiciones de Dios serán abundantes.
A la espera…
Las Almas del Purgatorio
(Mensajes al Padre Octavio Michelini)