A María primero.
El Santo Evangelio nos narra que a la primera persona que se apareció Jesús Resucitado fue a María Magdalena, la pecadora; e incluso que se apareció a ella, antes de subir al Padre con el cuerpo resucitado.
Pero el sentido común y el corazón nos dicen, y no nos pueden engañar, que a la primera persona a la que se apareció Jesús después de resucitar, fue a María Santísima, su Madre bendita.
Imaginemos cómo habrá sido ese encuentro, donde Jesús le habrá manifestado que ya estaba cumplida la redención, y que gracias a Ella, Él pudo realizar la obra de la salvación del mundo.
María, a partir de ese momento, ya habrá comenzado a vivir su Paraíso en la tierra, puesto que su misión estaba perfectamente cumplida, y en el tiempo que siguió viviendo en la tierra, continuó aumentando de gracia de tal forma que ninguna criatura, ni siquiera un ángel, pudo llegar a semejante grado de gracia.
Pensemos que por el grado de gracia alcanzado por María, Ella se ha hecho semejante a Dios, y es solo inferior a Dios, pero muy superior a todas las criaturas juntas.
Es bueno que también nosotros pensemos y nos imaginemos cuando llegue el día de abrazar estrechamente a la Virgen, porque tendremos también un cuerpo resucitado y glorioso como el suyo.
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«¡De Maria numquam satis!: ¡De María nunca se dirán bastantes cosas!».