Actualizado el lunes 26/ENE/15
Confío en tu Misericordia
No se agota la Misericordia.
La Misericordia de Dios no se agota por más grande y grave que haya sido nuestro pecado. Aunque fuéramos el mismo demonio, y tuviéramos todos los pecados del mundo y del universo, si nos arrepentimos y pedimos perdón a Dios, Él nos perdona, y es más, nos ayuda a que seamos grandes santos, porque justamente quienes son muy pecadores, están preparados para llegar a ser grandísimo santos. Como Lucifer, que era el más bello y potente de los ángeles, cuando cayó, cayó a lo más hondo del abismo. También nosotros, si hemos caído muy bajo en el abismo del mal, es porque Dios nos tiene destinado un lugar muy alto en el Cielo, y si acogemos su Misericordia, entonces podremos llegar, algún día, a ocupar ese puesto de privilegio en el Cielo.
Si hemos sido osados en el mal, sin importarnos el qué dirán, ahora que Dios nos perdona, tenemos que ser también descarados en hacer el bien, para reparar el mal que hemos hecho y hacer méritos en el camino del bien.
Seamos como esos niños que rompen un juguete valioso, pero que se lo presentan al padre, confiados de que él lo puede arreglar todo. También nosotros cuando pecamos gravemente, es como que rompemos la belleza de nuestra alma. Pero Dios Padre puede arreglarlo todo y darnos una belleza muy superior a la que teníamos antes del pecado.
Nada es irreparable, absolutamente nada, siempre y cuando estemos vivos en este mundo, porque ya llegada la muerte, no hay tiempo para obtener misericordia de Dios.
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