Actualizado el viernes 18/SEP/15
Qué hacer para convertirnos
Pensar en el más allá.
No hay nada tan seguro en nuestra vida como que vamos a morir algún día. Sin embargo nos parece que ese día está lejanísimo, o que no será tan grave el paso de este mundo a la eternidad. De manera que no pensamos en el más allá, y nos olvidamos de que cuando morimos damos el salto a la eternidad, de alegría sin fin, o de horror sin término.
Si pensáramos en estas cosas que son lo que se llaman las postrimerías, seguramente encontraríamos la fuerza para convertirnos, y acercarnos a Dios por medio de un acto de contrición y la confesión con un sacerdote.
Ha dicho el Señor en una de sus revelaciones que, si los hombres se detuvieran a pensar un momento solamente en la palabra eternidad y en la palabra infierno, cambiaría radicalmente el mundo para bien. Pero los hombres no pensamos, y el demonio hace de todo para que ninguno reflexione. ¡Felices los que se detienen a pensar un poco en Dios, en el más allá, y en su alma! Esos tales encontrarán la manera de acercarse a Dios, de convertirse.
También es bueno ver la fugacidad de la vida, el paso de las riquezas y los honores, porque en este mundo todo es pasajero, y sólo Dios y la eternidad permanecen. Si pensamos en esto, entonces ya están dadas las condiciones para nuestra conversión, que debe comenzar, pero que será un proceso gradual y constante a lo largo de toda la vida.
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