Algo bueno.
Nadie es completamente malo, sino que cada persona siempre tiene algo bueno, un aspecto positivo, y es ese aspecto el que debemos mirar para relacionarnos con ella, para no despreciarla ni juzgarla.
Dejemos a Dios que sea quien juzgue y bendiga o maldiga a sus criaturas. Nosotros, por nuestra parte, amemos a todos y no juzguemos ni condenemos a nadie, porque si esa persona que vemos tan mala, hubiera recibido la cantidad de dones y gracias que hemos recibido nosotros de Dios, tal vez sería muchísimo más santa que nosotros. Así que no juzguemos porque no sabemos los secretos resortes por los que una persona actúa de una u otra forma. Es el caso de decir las mismas palabras que dijo Jesús desde la cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Y efectivamente muchos actúan sin saber bien lo que causan de mal, e incluso nos ha sucedido a nosotros mismos que a veces hacemos el mal sin darnos cuenta, o queremos hacer el bien y resulta que hay otra ley en nuestros miembros, como dice San Pablo, que nos hace obrar el mal.
Hay tantas apariencias que no son lo que aparentan. ¿Por qué no dejamos que Dios sea quien dé el veredicto sobre un alma? Nosotros, en lo que nos toca, no despreciemos a nadie, y tratemos con caridad a todos. Por supuesto que muchas veces tendremos que alejarnos del pecador, para no ser corrompidos por él. Pero no lo condenemos, porque el que hoy es malo y pecador, quizás mañana se convierta y nos adelante en el camino del bien. ¿No sucedió algo semejante con las prostitutas y los publicanos del tiempo de Jesús, que se adelantaron a los fariseos, porque escucharon la predicación de Juan Bautista y se acercaron a Dios, cambiando su forma de vida?
Hay que tener en cuenta que la historia se escribe al final, es decir, que hasta que no se haya consumado el mundo, y hayamos sido juzgados todos los hombres y los ángeles, no se podrá decir quién es el bendito y quién el maldito. Tratemos de que nosotros no nos encontremos en el número de los que merecerán el Infierno.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Si desea recibir estos textos en su correo electrónico, por
favor
SUSCRÍBASE AQUÍ
"Porque aquel que se salva sabe, y el que no, no sabe nada."