Actualizado el sábado 7/SEP/24

Ejemplos de la protección del Escapulario del Carmen

Ejemplo 65.

 

Benito de Abades y Juana, su esposa, virtuosos sicilianos, habiendo permanecido en casto matrimonio durante veintisiete años, sin el consuelo de tener sucesión, suplicaban fervorosamente a la Virgen Santísima les concediera el deseado fruto que tanto anhelaban, prometiendo a la celestial Señora que si les escuchaba benigna y les otorgaba un vástago varón, lo consagrarían a Ella entrándole en su Religión bendita del Carmen.

Condescendió María Santísima con sus fervorosos y perseverantes ruegos, y dióselo a entender en este prodigioso sueño:

Dormía Juana una noche y vio en su seno un infante hermosísimo, que tenía en su mano una antorcha resplandeciente, y lo mismo vio también en sueño Benito, naciendo a los nueve meses el niño Alberto, el cual, aceptando complacido el voto paterno, de siete años entró en el Carmelo, consagrando su pureza a la Santísima Virgen.

Fue antorcha refulgente que con las luces de su santidad iluminó al mundo y con su abrasado celo extirpó  innumerables vicios, llevando muchas almas a Dios.

Taumaturgo insigne de su época, obró incontables milagros, y aún los sigue obrando mediante el agua bendecida en su fiesta. Es San Alberto de Sicilia.

 

Ejemplo 66.

 

El P. Juan de los Ángeles refiere como testigo de vista que hallándose pidiendo limosna en un ingenio de Rui Díaz Pacheco, en la provincia de Michocán, sucedió que una pobre mujer estuvo por espacio de más de tres días tan apretada de los dolores de parto, por no poder echar la criaturita, que venía atravesada, que le ponían en manifiesto peligro de muerte.

La devoción que en aquella provincia y en las demás de las Indias hay hacia el Santo Escapulario del Carmen es tan profundísima, tan cordial y ferviente, que ella les movió a pedir al buen Padre un Escapulario para aplicárselo a la enferma, a fin de que tuviera alivio en tal aprieto.

El Padre entonces dióles el Escapulario pequeño que solía ponerse para dormir. Los circunstantes se lo aplicaron a la paciente con muchísima fe y devoción; al punto cesaron los dolores, dando a luz una criatura hermosísima con la mayor facilidad y felicidad, a la que decidió la madre ponerle el nombre de María del Carmen, por el favor que les otorgara la Santísima Virgen, a la cual todos dieron las más rendidas gracias, celebrando su bondad y celestial virtud vinculada a su benditísimo Escapulario.

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