Actualizada el sábado 16/NOV/13 (Tercera entrega)
¿A quién evangelizar?
A los niños.
Así como se procede con un árbol tierno, que apenas se eleva unos centímetros del suelo, se le ponen hierros y estacas para apuntalarlo, y que no se tuerza ni lo derribe el viento, así también es necesario evangelizar a los niños, desde muy chiquitos, enseñándoles la doctrina católica, que es muy simple, porque se trata de amar a Dios con todo el corazón, y al prójimo como a sí mismo, para que en la vida crezcan rectos en el bien y en la verdad.
Los niños entienden muy bien las cosas de Dios, porque de ellos y de los que son como ellos, es el Cielo, y los pequeños tienen más fresco en la memoria que Dios los ha creado recientemente, y por eso les es más fácil creer.
Si queremos que el mundo sea menos cruel, evangelicemos a los niños, en nuestros hogares, porque el Señor tiene derecho sobre esas almas, creadas por amor, salvadas por amor, y conservadas también por amor.
Y lo primero y principal para evangelizar a un niño, no son tanto las palabras, sino los gestos del adulto, los ejemplos, las miradas, las caricias, los buenos modos, y en definitiva, el amor, porque los pequeñuelos son muy intuitivos y conocen desde lejos quién es el que los ama y quién no.
Como siempre todo se reduce al amor, porque el verdadero catolicismo es la religión del amor, cosa que tenemos que tratar de vivir nosotros para luego transmitirlo a los niños.
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