Renuncia.
¡Cuántas veces Jesús tuvo que despedirse de su Madre, y Ella de su Hijo, para hacer la voluntad del Padre!
También nosotros debemos saber imitarlos, poniendo a Dios en primer lugar en nuestras vidas, por encima de todo y de todos, y estar dispuestos a dejarlo todo y a todos, por seguir el llamado de Dios, ya sea a la vida religiosa, al apostolado o al cumplimiento de nuestra misión en el mundo.
El Paraíso no está en la tierra. En la tierra sólo está la prueba, porque la vida del hombre sobre la tierra es tiempo de prueba, que si la sobrelleva bien, alcanzará y merecerá el Cielo. Pero si la termina mal, entonces le espera el Infierno eterno.
Jesús y María bien sabían que la felicidad para ellos no estaba en este mundo, sino que aquí debían derramar lágrimas amargas, y la felicidad aquí la encontraban en hacer su deber, cumpliendo con la voluntad divina.
El Cielo está en el más allá. Pero si vivimos de renuncia y abnegación, entonces ya comenzaremos a vivir el Paraíso aquí en la tierra, porque seremos felices aún en medio de las privaciones y las cruces de todos los días.
Sigamos las huellas de Jesús y de María, que están ensangrentadas porque no les fue nada fácil el camino en este mundo.
Jesús, María, os amo, salvad las almas
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En esta sección, creada el 11 de Julio de 2011, memoria de San Benito abad, iremos repasando todas las virtudes de Jesús y de María, para imitarlas y ser santos.