Actualizado el viernes 15/SEP/23

Lectura espiritual

CAPÍTULO XV 

De las obras que proceden de la caridad 

No se debe hacer lo que es malo por ninguna cosa del mundo; ni por amor de alguno; mas por el provecho del necesitado, alguna vez se puede diferir la buena obra o trocarla por otra mejor. De esta suerte no se pierde, antes se muda en otra mejor. La obra exterior sin caridad no aprovecha; mas todo cuanto se hace con caridad, por poco que sea, se hace fructuoso, pues más mira Dios al corazón que a la obra misma.

Mucho hace el que mucho ama, y mucho hace el que en todo hace bien, y bien hace el que atiende más al bien común que a su voluntad propia.

Muchas veces parece caridad lo que es amor propio; porque la inclinación de la naturaleza, la propia voluntad, la esperanza de la recompensa, el gusto de la comodidad, pocas veces nos abandonan.

El que tiene verdadera y perfecta caridad, no se busca a sí mismo en cosa alguna; mas sólo desea que sea Dios glorificado en todas las cosas. De nadie tiene envidia, porque ama algún placer particular, ni se quiere gozar en sí; más desea sobre todas las cosas gozar de Dios. A nadie atribuye ningún bien; mas refiérelo todo a Dios, del cual, como de primera fuente, emanan todas las cosas, y en quien finalmente todos los santos descansan con perfecto gozo. ¡Oh quien tuviese una centella de verdadera caridad! Por cierto que sentiría estar todas las cosas mundanas llenas de vanidad.

("Imitación de Cristo" - Tomás de Kempis)

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Esta sección es creada el 31 de enero de 2010, memoria de San Juan Bosco, a quien se la encomendamos.