MEDITACIÓN DE HOY
Resignación cristiana.
Y, hablando de la vida presente, es cierto que quien con más paciencia sufre, disfruta también de mayor paz. San Felipe Neri acostumbraba decir que en este mundo no hay Purgatorio, sino tan sólo Cielo o Infierno; quien soporta pacientemente las tribulaciones, disfruta ya del Cielo, y quien las rehuye, padece ya el Infierno anticipado. Sí, porque como escribe Santa Teresa, quien abraza las cruces que Dios le manda, no las siente. Hallándose San Francisco de Sales, en cierta ocasión, asediado de tribulaciones, dijo: “Desde hace algún tiempo, las adversidades y secretas contradicciones que experimento me proporcionan tan suave y dulce tranquilidad, que no tiene igual, y son presagio de la próxima y estable unión del alma con Dios, la cual en toda verdad es la única ambición y el único anhelo de mi corazón.” ¡Cuán cierto es que la paz no puede hallarse donde se vive vida desconcertada, sino donde se vive vida de unión con Dios y con su santísima voluntad!
“Práctica de amor a Jesucristo” – San Alfonso María de Ligorio
Comentario:
Si en lugar de rebelarnos ante el sufrimiento, lo aceptamos con resignación cristiana, encontraremos una veta de dulzura en él y una gran paz. Y si pensamos que cuando Dios quiere dar un don, un regalo a un alma, primero la prueba con sufrimientos y tribulaciones, entonces saltaremos de contentos en medio de los sufrimientos, sabiendo que después vendrá el regalo de Dios.
Hay tres formas de sufrir y lo tenemos bien ejemplificado en el Calvario, en los tres crucificados el Viernes Santo.
Hay quien sufre como un santo, y es Jesús, aceptando el sufrimiento infinito y ofreciéndolo para el bien de los hermanos. Siendo inocente sufre haciéndose solidario con los hombres para salvarlos de las manos de Satanás.
El buen ladrón sufre al menos sin rebelarse y con resignación, puesto que como no es inocente, paga con su sufrimiento los pecados cometidos. Y así deberíamos ser la mayor parte de los hombres, porque quien más, quien menos, ha cometido pecados, y el sufrimiento viene por los pecados.
Pero lo terrible es sufrir para el Infierno, es decir, despotricar contra el sufrimiento cuando somos culpables, como lo era el mal ladrón, que no solo no ayuda con su expiación a los hermanos, sino que tampoco quiere pagar lo que debe por sus pecados, y culpa a Dios de su mal, siendo que él mismo es el causante de ese sufrir.
Veamos cómo estamos sufriendo en estos momentos, con qué actitudes, y con cuál de los tres crucificados nos identificamos.
Si desea recibir esta Meditación en su correo electrónico, por
favor
SUSCRÍBASE AQUÍ