No hay otro camino.
Queridos Amigos de la Cruz, ¿obráis en conformidad con lo que significa vuestro grandioso nombre? ¿Tenéis, por lo menos, verdadero deseo y voluntad sincera de obrar así, con la gracia de Dios, a la sombra de la cruz del Calvario y de Nuestra Señora de los Dolores? ¿Utilizáis los medios necesarios para conseguirlo? ¿Habéis entrado en el verdadero camino de la vida, que es el sendero estrecho y espinoso del Calvario? ¿No camináis, sin daros cuenta, por el sendero ancho del mundo, que conduce a la perdición? ¿Sabéis que existe un camino que al hombre le parece recto y seguro, pero lleva a la muerte?
(De la “Carta a los Amigos de la Cruz”, de San Luis María Grignión de Montfort)
Comentario:
La cruz siempre está en la vida de los hombres, y a veces se puede decir que está mucho más en la vida de los hombres buenos, porque es el demonio que pone esas cruces con la permisión de Dios.
Y quien sufre inocentemente se asemeja al Señor, que siendo el Inocente, pagó con su Dolor todo el pecado del mundo. Así también nosotros, cuando sufrimos, pagamos por el pecado nuestro y el de los hermanos, y así no sólo nos salvamos del Infierno nosotros, sino que ayudamos a salvar a muchas almas.
¿No lo ha dicho la Virgen en Fátima, que había muchos pecadores que iban al Infierno porque no había nadie que rezara y se sacrificara por ellos? Pues bien, nosotros, los Amigos de la Cruz, tenemos que tomar la cruz de cada día y ofrecerla por la salvación propia y la de otros, para que Dios esté contento porque se salvan las almas, y gracias a nosotros, a nuestro sufrir unido a los méritos de Jesús, ayudamos a quitar presas al Infierno.
No pidamos cruces porque no somos santos para hacerlo, pero sí aceptemos con valor las que nos vienen solas, desde las pequeñas de todos los días, a las más o menos grandes que el Señor nos quiera enviar.
No hay otro camino para ir al Cielo, que el camino regio de la cruz. El Señor lo recorrió para darnos ejemplo y nosotros tenemos que seguirlo.
– Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
– Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
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