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Camino al Sagrario.
Convertirse significa cambiar de rumbo, y nosotros, para convertirnos a Dios, debemos cambiar de rumbo. Debemos dejar de dirigirnos tanto al mundo y a las reuniones y pasatiempos inútiles o nocivos, y encaminarnos al Sagrario, donde está el Autor de nuestra Salvación, Jesucristo, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Él nos ayudará a convertirnos de nuestra vida de pecado y nos hará santos, pues la santificación es obra más de Dios que nuestra, ya que nosotros solo somos colaboradores poniendo la buena voluntad y un mínimo de empeño, y el resto lo hace Dios. Jesús nos espera en el Tabernáculo para decirnos: “Conviértete y cree en el Evangelio”.
¡Viva Jesús Sacramentado!
¡Viva María, su Madre Inmaculada!
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