(Sección especialmente dedicada para los Apóstoles del Rosario)
Amemos al Padre celestial.
Amemos, pues, a un Padre como éste y digámosle millares de veces: Padre nuestro que estás en los cielos. Tú que llenas el cielo y la tierra con la inmensidad de tu esencia y estás presente en todas partes. Tú que moras en los santos con tu gloria, en los condenados con tu justicia, en los justos por tu gracia, en los pecadores por tu paciencia comprensiva.: haz que recordemos siempre nuestro origen celestial, vivamos como verdaderos hijos tuyos y avancemos siempre hacia ti solo con todo el ardor de nuestros anhelos.
(El Secreto Admirable del Santísimo Rosario, San Luis M. Grignion de Montfort)
Comentario:
El rezo del Rosario es una conversación con María Santísima, que gradualmente nos va haciendo conocer mejor a su Hijo Jesús, y así ambos, Jesús y María, nos llevan en brazos al conocimiento del Padre, al que Ellos tanto amaron en la tierra, y ahora le aman en el Cielo.
Porque nuestra vida espiritual debe culminar en la adoración y el amor al Padre eterno.
Muchas veces tenemos una idea equivocada de Dios Padre, y le tenemos miedo, porque consideramos su Justicia. Pero el miedo debe ceder su puesto al amor y a la confianza, pues Dios es un Padre amoroso, que perdona nuestras culpas y quiere nuestro bien.
El Padre no quiere castigarnos. Sólo castiga cuando se ve obligado por nosotros, pero siempre sus castigos son movidos por el amor.
Recemos todos los días el Rosario. Tratemos de rezar cada día los veinte misterios, y como por inercia iremos acercándonos cada vez más al Corazón de Dios Padre, por medio del Corazón Inmaculado de María y del Sagrado Corazón de Jesús.
Presentación en Power Point para rezar el Santo Rosario: clic aquí
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