(Sección especialmente dedicada para el Grupo ALMAS APOSTÓLICAS)
a) PREPARACIÓN
REMOTA
Haz, bondadoso Salvador mío, que este deseo que tengo de vivir la Vida litúrgica
se traduzca en un gran Espíritu de Fe para cuanto se refiere al culto divino.
Los ángeles y los santos te ven cara a cara. Nada puede desviar su espíritu de
las augustas Funciones que constituyen uno de los elementos de su felicidad
inenarrable. Pero ¿cómo yo, sometido a todas las flaquezas de la naturaleza
humana, podré mantenerme en tu presencia, cuando te hablo con la Iglesia, si no
desarrollas en mí el don de la Fe que recibí en el Bautismo?
No quiero, ni podría querer jamás, al menos estos son mi sentimientos,
considerar las funciones litúrgicas como una obligación pesada, que hay que
sacudir lo antes posible, o como el medio de obtener un provecho pecuniario.
Espero que nunca llegaré a dirigirme al Dios tres veces Santo con una
DESPREOCUPACIÓN que me avergonzaría de tener ante el más humilde de mis
servidores. Jamás querría hacer piedra de escándalo de lo que debe ser sillar de
edificación. Y, sin embargo, ¿está en mi mano prever dónde podré detenerme, si
abandono mi propia vigilancia en lo que concierne al espíritu de Fe?
Oh Dios mío, si me encontrara en esta pendiente, dígnate contenerme, o mejor
dame una Fe tan viva que, persuadido de la importancia que a tus divinos ojos
tienen los actos litúrgicos, me goce en la sublimidad y me entusiasme en ellos
cada día más.
¿Demostraría tener el menor Espíritu de Pe si no manifestara empeño alguno en
conocer las RÚBRICAS y en observarlas? Aunque conociera perfectamente la
Liturgia, este conocimiento no me serviría de excusa ante Ti, por mis
negligencias en observarla. Aunque su observancia no me cause agrado alguno, ni
sienta su atractivo, me basta saber que mí obediencia te complace y que ella me
será de gran provecho.
En los ejercicios espirituales que practique, me examinaré sobre este punto, con
relación al misal, ritual y Breviario.
Tu Iglesia, oh Jesús, ha utilizado para su culto principalmente las riquezas de
los salmos. Si tengo espíritu litúrgico, mi alma descubrirá en los fragmentos
del Salterio tu figura, en la vida de sufrimientos que llevaste, y sabrá que
gran número de las frases íntimas y de los sentimientos que dirigiste a Dios en
tu vida mortal, se encuentran en las composiciones proféticas que inspiraste al
Salmista.
En ellos encontrará también, maravillosamente sintetizadas, las principales
enseñanzas del Evangelio.
Bajo esos mismos velos escucharé la voz de la Iglesia, continuadora de tu vida
de sufrimientos, la cual manifiesta a Dios, en el curso de sus triunfos y sus
abatimientos, sus sentimientos calcados en los de su divino Esposo; sentimientos
que toda alma capaz de reflejar tu Vida puede apropiarse en sus tentaciones;
reveses, combates, tristezas, aplanamientos y excepciones; como también en sus
victorias y consuelos.
Si reservo parte de mi lectura espiritual a la Sagrada Escritura, me aficionaré
a la Liturgia y sabré atender mejor a las palabras .
Habituándome a la reflexión, sabré descubrir en toda composición litúrgica una
idea central, en torno de la cual gravitan las diversas enseñanzas.
Qué armas tan importantes forjarás así, alma mía, contra el mariposeo de la
imaginación, sobre todo si sabes aprovecharte de los SÍMBOLOS.
La Iglesia se sirve de ellos para hablar a los sentidos un lenguaje que los
cautive, haciendo sensibles las verdades que simbolizan. Agnoscite quod agitis,
me dijo en mi ordenación. La Iglesia da una voz significativa a las ceremonias,
paños, objetos, ornamentos sagrados; en una palabra, a todo. ¿Cómo podré
ilustrar a los fieles y mover sus corazones, de los cuales la Iglesia quiere
apoderarse con este lenguaje tan sencillo como grandioso, si carezco de la clave
de esta predicación?
(De "El alma de todo apostolado", Dom Chautard)
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