Confidencias de Jesús a un Sacerdote
Mons. Ottavio Michelini
28 de Octubre de 1976
ES LA AURORA
Escribe, hijo mío, soy Yo, Jesús, quien te quiere hablar. Ahora conoces con claridad las varias razones por las que te he conducido a este lugar, y te digo que la Comunidad de la que te he hablado, la quiero así:
1º -Deberá estar abierta a todos. He dicho a todos, con tal de que aquellos que pidan formar parte de ella demuestren sin lugar a dudas, que tienen un conocimiento completo de la finalidad que la Comunidad quiere alcanzar, de las bases en las que se funda y del espíritu del que debe estar penetrada y compenetrada.
2º -La Comunidad, siendo UNA y debiendo permanecer una, se articulará en dos ramas.
La primera rama estará compuesta por aquellos que quieren vivir juntos, formando una familia ordenada, ejemplar, será un cuerpo solo - y una sola alma - penetrados de la misma fe, del mismo amor, de la misma finalidad.
Predominará Dios sobre cualquier otra cosa, por tanto predominará la piedad que eleva el alma hacia Dios y la une con Dios. Cada uno de los miembros se dedicará al trabajo según sus aptitudes y según le sea pedido por quien tenga la responsabilidad de dirigir la comunidad - todos para uno, uno para todos. - Cada uno deberá considerarse al servicio directo de los propios hermanos.
La segunda rama estará compuesta en cambio por aquellos que deseando la vida en común, situaciones particulares no les permitan realizar este deseo. Pero incluso aquellos de la segunda rama, que podríamos llamar externos, estarán condicionados en todo y por todo a los deberes a cumplir por los de la primera rama.
Es evidente que todos los bienes deberán ser puestos en común.
La administración de los bienes será atendida por el Consejo Directivo, por medio de la persona delegada o ecónomo, que formará parte del Consejo.
Fin de esta comunidad será formar un vigoroso retoño de la Iglesia regenerada, Iglesia de verdaderos, sinceros, leales hijos de Dios que deberán devolver a Dios el lugar que Le es debido en cuanto Alfa y Omega de todo y de todos.
Los dos máximos mandamientos del amor que encierran en sí toda la ley y los profetas, serán el alma de la Comunidad. Lo que Dios ha dado era y es perfecto, no se necesitan por tanto cosas nuevas; quiero en este espíritu regenerado, a Mi Cuerpo Místico, tan martirizado por la maldad, infernal y humana, ahora.
Realidad viva, palpitante de esos dos máximos mandamientos del amor, serán la humildad, la obediencia, la vida entendida como un servicio que debemos a Dios y a los hermanos, según mi ejemplo que no vine a hacerme servir sino...
Quiero Mi revolución
Hijo mío, el mundo quiere su revolución, la quiere y la tendrá; pero Yo quiero la Mía que es la negación y la solemne condena de la del mundo. La revolución que el mundo ha querido y quiere está penetrada de odio, de venganza, de divisiones, de violencias, de delitos y de toda clase de perversidad.
La Mía estará toda penetrada por el amor y se desenvolverá en el orden, en la justicia, en la paz y en el respeto del derecho natural de las gentes.
Pero: ¡Ay de aquellos que no sepan acoger a Aquel que pasa! Hijo mío, si los hombres no quieren comprender y no quieren reconocer a Aquel que pasa, entonces, hijo mío verán la ira terrible de Dios.
El cataclismo que se abatirá sobre la humanidad será tal como para cambiar la topografía de la tierra y la humanidad será redimensionada y cesará la turbia tiranía de Satanás que, derrotado por Mi Madre Santísima, con sus legiones, encerraré en su maldito infierno.
Te bendigo, hijo y te digo: Bienaventurados aquellos que creerán.
(Confidencias de Jesús a un Sacerdote – P. Ottavio Michelini)
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