(Sección especialmente dedicada a los Apóstoles de la Divina Misericordia)

Actualizado el lunes 16/SEP/24

Obras de Misericordia

Defender al inocente. 

Obra de misericordia (y de justicia) es defender al inocente, comenzando por defender al Inocente con mayúscula, Jesucristo. ¿Y cómo  defendemos al Señor? En primer lugar tenemos que defenderlo en nosotros mismos, porque no podemos pretender defender a Jesús de los hombres, si nosotros mismos lo crucificamos cada día con nuestros pecados graves.

Entonces empecemos a defender al Señor en nosotros mismos, viviendo en gracia y amistad de Dios, y luego sí podremos defender a Jesús de los hombres que lo acusan injustamente.

También tenemos que defender a los hombres inocentes, especialmente a los niños, y entre ellos a los recién concebidos, que son los que están más en peligro por el mal del aborto.

Defendamos a los niños de los malos programas de televisión, de los escándalos, de la impureza que desborda por todas partes, porque si hacemos así, también estaremos defendiendo a Jesús en los pequeños, ya que el mismo Cristo ha dicho que lo que hacemos con el más pequeño de sus hermanos, se lo hacemos directamente a Él.

¡Cuánto aman Dios y la Virgen la inocencia, la pureza! Alcemos nuestra voz para defender a los inocentes, ya que eso es una gran obra de misericordia.

Jesús, en Vos confío.


Dijo Jesús a Santa Faustina Kowalska: “Si un alma no practica la misericordia de alguna manera, tampoco la alcanzará en el día del juicio. Oh, si las almas supieran acumular los tesoros eternos, no serían juzgadas, porque la misericordia anticiparía mi juicio”.

Recordemos que las obras de misericordia son las siguientes:

Espirituales: enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita, consolar al triste, corregir al que yerra, perdonar las injurias, sufrir pacientemente los defectos ajenos, orar a Dios por vivos y difuntos.

Corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, dar posada al peregrino, visitar a los enfermos, redimir al cautivo, enterrar a los muertos.

Dijo también Jesús: "Hija Mía, necesito sacrificios hechos por amor, porque sólo éstos tienen valor para Mí. Es grande la deuda del mundo contraída Conmigo, la pueden pagar las almas puras con sus sacrificios, practicando la misericordia espiritualmente".

La Misericordia divina es infinita, pero la podemos limitar con nuestra falta de confianza en Dios o nuestra falta de misericordia con el prójimo.

¡Qué menos que un acto de misericordia hacia el prójimo cada día! Sea de obra, palabra o con la oración.

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