(Sección especialmente dedicada a los Apóstoles de la Divina Misericordia)

Actualizado el martes 28/MAY/24

Obras de Misericordia

Olvidarse de sí mismo. 

Para hacer obras de misericordia hay que saber olvidarse un poco de sí mismo y pensar en los demás. Porque quien piensa siempre en el yo, y es egoísta, nunca podrá ser misericordioso, porque la misericordia exige el salir de uno mismo para ir hacia el otro.

Ya Jesús nos ha dicho en su Evangelio que si practicamos la misericordia, la obtendremos de Dios. ¡Y todos necesitamos de la misericordia divina!

En nuestro mundo espiritual no debemos ponernos al centro nosotros, sino más bien poner al centro a Dios y a los hermanos con sus necesidades, y entonces este sistema planetario dará sus frutos y se mantendrá ordenado según Dios.

Porque quien se pone en todo como el centro, pronto quedará solo y amargado, porque no estará sirviendo a Dios y a los hermanos, sino sirviéndose a sí mismo; y a Dios no le gustan estas almas, que sólo piensan en sí mismas, porque no producen frutos y sólo viven para acaparar para ellos, ya sea en lo material como también en lo espiritual.

No debemos tener miedo de que nos falten cosas de Dios, porque Él tiene tantos y tales tesoros, que nunca nos faltará lo necesario ya sea en lo material como en lo espiritual, y cuanto más demos a los hermanos, tanto más recibiremos de parte de Dios.

Jesús, en Vos confío.


Dijo Jesús a Santa Faustina Kowalska: “Si un alma no practica la misericordia de alguna manera, tampoco la alcanzará en el día del juicio. Oh, si las almas supieran acumular los tesoros eternos, no serían juzgadas, porque la misericordia anticiparía mi juicio”.

Recordemos que las obras de misericordia son las siguientes:

Espirituales: enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita, consolar al triste, corregir al que yerra, perdonar las injurias, sufrir pacientemente los defectos ajenos, orar a Dios por vivos y difuntos.

Corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, dar posada al peregrino, visitar a los enfermos, redimir al cautivo, enterrar a los muertos.

Dijo también Jesús: "Hija Mía, necesito sacrificios hechos por amor, porque sólo éstos tienen valor para Mí. Es grande la deuda del mundo contraída Conmigo, la pueden pagar las almas puras con sus sacrificios, practicando la misericordia espiritualmente".

La Misericordia divina es infinita, pero la podemos limitar con nuestra falta de confianza en Dios o nuestra falta de misericordia con el prójimo.

¡Qué menos que un acto de misericordia hacia el prójimo cada día! Sea de obra, palabra o con la oración.

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