Ilumíname.
Querido Ángel Custodio mío, ha descendido la noche sobre el mundo, las tinieblas se hacen cada vez más espesas y ya todos estamos sumergidos en ellas. Por eso hoy quiero pedirte especialmente que, ya que tú habitas en la luz del Paraíso, me des a mí un rayo de esa luz para indicarme el camino que debo seguir en la vida, porque a veces estoy como desconcertado y no sé qué camino tomar. Envíame tú una luz que me aclare la mente y me haga elegir lo que Dios quiere que elija, y así cumpla a la perfección la voluntad divina. Tú conoces esta voluntad, y por eso te ruego que me vayas guiando en medio de las vicisitudes de la vida terrena, para alcanzar, al fin, el Paraíso, donde estaré para siempre unido a ti, dándote gracias por todos los cuidados que tuviste conmigo en la tierra.
Enséñame a amar cada vez más a María, nuestra Reina común, porque sé que mi salvación depende de mi devoción a María, y tú, que la conoces bien y la ves constantemente, dime qué debo hacer para agradarla cada día más y ser así su fiel servidor.
¡Gracias, Ángel mío! ¡Unidos en el tiempo y en la eternidad!
Todos los días debemos tener por lo menos unos quince minutos de trato personal con nuestro Ángel Custodio.
Es por eso que hoy, martes 7 de julio de 2009, comienzo a publicar estos sencillos textos que tratarán de ser una ayuda en la conversación que mantendremos con nuestro Ángel Custodio esos quince minutos diarios.
Con esta práctica nos acostumbraremos a hablar con nuestro Ángel de la Guarda y con el paso del tiempo nuestro hablar con él se hará muy frecuente y lleno de confianza.
¡Ojalá estos textos den sus frutos y que cada vez confiemos más en nuestro Ángel Custodio que Dios ha puesto a nuestro lado para protección y ayuda!
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