Santa paz.
Divino Niño Jesús, ayúdame a vivir en alegría y en paz, porque sé muy bien que tú me hablas en la paz del alma y no cuando estoy turbado o inquieto.
¡Cuánta necesidad tengo de paz, Divino Niño, y tú me la darás, porque sé que tomarás en tus manitos mi pobre corazón y lo llenarás de tu santa paz!
¡Cuánta paz había esa noche en Belén, porque tú, que recién habías nacido, eras el Príncipe de la Paz! ¿Y no me darás tu paz a mí, querido Niño, que tengo tanta necesidad de ella para no desesperarme y dejarme llevar por la inquietud? Sí, confío en que me darás tu santa paz. Yo te prometo que trataré de conservarla y de aumentarla con la oración frecuente, especialmente del Santo Rosario, y también con la confesión frecuente, donde se recupera la paz si se ha perdido, o se aumenta si está debilitada.
¡Gracias, Divino Niño! Quiero tener el alma sencilla y pura como los Pastores que fueron la Noche Buena a adorarte, porque sé que tú amas a los simples de la tierra, y yo quiero ser uno de ellos, para estar en un lugar privilegiado de tu Divino Corazoncito.
Pequeño Niño Jesús, te agradezco por todo lo que has hecho en mi vida, por lo bueno y por lo no tan bueno, porque sé que todo lo dispones en mi camino para mi bien y porque me amas muchísimo, infinitamente, y me quieres muy cerca tuyo en el Cielo. ¡Te amo, Divino Niño! Yo soy todo tuyo, y tú eres todo mío. ¡Bendito seas por siempre!
Del Diario de Santa Faustina Kowalska:
+ La Hora Santa. Durante esta hora procuraba meditar la Pasión del Señor. No obstante mi alma fue inundada de gozo y de repente vi al pequeño Niño Jesús. Y su Majestad me penetró y dije: Jesús, Tú eres tan pequeño, pero yo sé que Tú eres mi Creador y Señor. Y Jesús me contestó: Lo soy y trato contigo como un niño para enseñarte la humildad y la sencillez. (Diario # 184)
+ Jueves. Al empezar la Hora Santa, quería sumergirme en la agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos. De repente oí en el alma la voz: Medita los misterios de la Encarnación. Y de pronto, delante de mi apareció el Niño Jesús de una belleza resplandeciente. Me dijo cuánto agradaba a Dios la sencillez del alma. Aunque Mi grandeza es inconcebible, trato solamente con los pequeños, exijo de ti la infancia del espíritu. (Diario # 332)
Ahora veo claramente cómo Dios obra por medio del confesor y cómo es fiel a sus promesas. Hace dos semanas el confesor me ordenó meditar sobre la infancia del espíritu. Al principio eso me resultaba algo difícil, sin embargo, el confesor sin hacer caso a mi dificultad, me ordenó continuar la meditación sobre la infancia del espíritu. En la práctica esta infancia debe manifestarse así: El niño no se ocupa del pasado ni del futuro, sino que aprovecha el momento presente. Deseo destacar esta infancia del espíritu en usted, hermana, y doy a eso mucha importancia. (Diario # 333)
Veo cómo [el Señor Jesús] se inclina a los deseos del confesor, ya que en este período no se me aparece como maestro en la plenitud de fuerzas y de humanidad como adulto, sino que se me aparece como un niño pequeño. Este Dios infinito, se humilla hasta mí bajo la apariencia de un niñito pequeño. Pero la mirada de mi alma no se detiene en la superficie. Aunque tomas la apariencia de un niñito pequeño, yo veo en Ti al Inmortal, al Infinito Señor de los señores, adorado (141) día y noche por los espíritus puros, para el cual arden los corazones de los serafines con el fuego del amor purísimo. Oh Cristo, oh Jesús, deseo superarlos en el amor hacia Ti. Les pido el perdón, oh espíritus puros, por haber osado compararme con ustedes. Yo, un abismo de miseria, una vorágine de miseria, pero Tú, oh Dios, que eres un abismo inconcebible de misericordia, absórbeme como el ardor del sol absorbe una gota de rocío. Tu mirada amorosa allana todo abismo. Me siento sumamente feliz de la grandeza de Dios. Ver la grandeza de Dios, es para mi absolutamente suficiente para sentirme feliz por toda la eternidad. (Diario # 334)
Una vez, al ver a Jesús bajo la apariencia de un niñito pequeño, pregunté: Jesús, ¿por qué ahora tratas conmigo tomando el aspecto de un niñito pequeño? Después de todo, yo veo en Ti a Dios Infinito, al Creador y a mi Señor. Jesús me contestó que hasta que yo no aprendiera la sencillez y la humildad, trataría conmigo como a un niño pequeño. (Diario # 335)
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