Lo que más necesito.
Divino Niño Jesús, concédeme lo que más me hace falta en este momento, porque yo a veces no sé pedirte bien, y pido lo que no me conviene. Por eso quiero que hoy seas tú quien me concedas lo que más necesito en estos momentos. Tú sabes bien qué me hace falta con urgencia, y entonces eso mismo te pido. Quiero dejarte pleno derecho para que seas tú quien decida qué darme, con qué gracia adornarme.
¡Bendito seas Divino Niño! ¡Te amo con todo mi corazón y espero que me guíes con tu manita hacia el Cielo, que has prometido a quienes luchan valientemente en esta vida!
Niño Jesús, tengo deseos de besarte y de abrazarte, y de tenerte así, en mi regazo. Y no es una locura lo que pido, porque tú mismo has dicho que quien cumple la voluntad de Dios, es tu madre, tu hermano y tu hermana; y yo quiero ser como tu madre, tenerte en mis brazos y arrullarte y darte todo el amor de que soy capaz, porque sé muy bien que estás necesitado de amor, ¿y quién no se compadecerá de un niño que le falta amor?, ¿quién no le dará amor?
Yo solo quiero consolarte y decirte una y mil veces que te amo, que no puedo vivir sin ti, y que estoy feliz de que seas mi Dios y mi Señor.
¡Pequeño Jesús, te amo sobre todas las cosas!
Del Diario de Santa Faustina Kowalska:
+ La Hora Santa. Durante esta hora procuraba meditar la Pasión del Señor. No obstante mi alma fue inundada de gozo y de repente vi al pequeño Niño Jesús. Y su Majestad me penetró y dije: Jesús, Tú eres tan pequeño, pero yo sé que Tú eres mi Creador y Señor. Y Jesús me contestó: Lo soy y trato contigo como un niño para enseñarte la humildad y la sencillez. (Diario # 184)
+ Jueves. Al empezar la Hora Santa, quería sumergirme en la agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos. De repente oí en el alma la voz: Medita los misterios de la Encarnación. Y de pronto, delante de mi apareció el Niño Jesús de una belleza resplandeciente. Me dijo cuánto agradaba a Dios la sencillez del alma. Aunque Mi grandeza es inconcebible, trato solamente con los pequeños, exijo de ti la infancia del espíritu. (Diario # 332)
Ahora veo claramente cómo Dios obra por medio del confesor y cómo es fiel a sus promesas. Hace dos semanas el confesor me ordenó meditar sobre la infancia del espíritu. Al principio eso me resultaba algo difícil, sin embargo, el confesor sin hacer caso a mi dificultad, me ordenó continuar la meditación sobre la infancia del espíritu. En la práctica esta infancia debe manifestarse así: El niño no se ocupa del pasado ni del futuro, sino que aprovecha el momento presente. Deseo destacar esta infancia del espíritu en usted, hermana, y doy a eso mucha importancia. (Diario # 333)
Veo cómo [el Señor Jesús] se inclina a los deseos del confesor, ya que en este período no se me aparece como maestro en la plenitud de fuerzas y de humanidad como adulto, sino que se me aparece como un niño pequeño. Este Dios infinito, se humilla hasta mí bajo la apariencia de un niñito pequeño. Pero la mirada de mi alma no se detiene en la superficie. Aunque tomas la apariencia de un niñito pequeño, yo veo en Ti al Inmortal, al Infinito Señor de los señores, adorado (141) día y noche por los espíritus puros, para el cual arden los corazones de los serafines con el fuego del amor purísimo. Oh Cristo, oh Jesús, deseo superarlos en el amor hacia Ti. Les pido el perdón, oh espíritus puros, por haber osado compararme con ustedes. Yo, un abismo de miseria, una vorágine de miseria, pero Tú, oh Dios, que eres un abismo inconcebible de misericordia, absórbeme como el ardor del sol absorbe una gota de rocío. Tu mirada amorosa allana todo abismo. Me siento sumamente feliz de la grandeza de Dios. Ver la grandeza de Dios, es para mi absolutamente suficiente para sentirme feliz por toda la eternidad. (Diario # 334)
Una vez, al ver a Jesús bajo la apariencia de un niñito pequeño, pregunté: Jesús, ¿por qué ahora tratas conmigo tomando el aspecto de un niñito pequeño? Después de todo, yo veo en Ti a Dios Infinito, al Creador y a mi Señor. Jesús me contestó que hasta que yo no aprendiera la sencillez y la humildad, trataría conmigo como a un niño pequeño. (Diario # 335)
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