Líbrame del enemigo
Jesús misericordioso, te pido que me defiendas del enemigo infernal, que me odia sobremanera y quiere mi ruina temporal y eterna. Por eso acudo a ti, que eres la bondad infinita y la misma misericordia. Quiero ampararme bajo tus rayos divinos, y escapar así de la justa mano de Dios. Señor, quiero ser un instrumento útil en tus manos, que me uses para lo que quieras, en especial para salvar muchas almas, porque entiendo que seré más feliz en la tierra y en el cielo, cuanto más haya cumplido tu voluntad en la tierra. Jesús, dame la gracia de amarte cada día más y de amar a las almas con todo mi ser, porque en ellas estás tú, a quien tanto amo. Señor, que no pase mi vida en balde, sino que la aproveche para el apostolado, para rescatar almas de las garras del maligno enemigo con la oración, la penitencia y el sufrimiento, al igual que tú lo hiciste. Recuerda que soy tu hijo más pequeño y débil y que necesito constantemente que me bañes con tu misericordia, porque soy un pobre pecador que necesita de tu bondad y de tu amor para seguir en el camino del bien y de la salvación. ¡Te amo, Jesús de mi corazón, y quiero dar todo por ti!
Todos los días debemos tener por lo menos unos quince minutos de oración personal con Jesús Misericordioso, de ser posible frente a su Imagen.
Es por eso que hoy, sábado 18 de abril de 2009, Víspera de la Fiesta de la Divina Misericordia, comienzo a publicar estos sencillos textos que tratarán de ser una ayuda en la conversación que mantendremos con Nuestro Señor durante esos quince minutos diarios.
Con esta práctica nos acostumbraremos a hablar con Jesús y con el paso del tiempo nuestro hablar con Él se hará ininterrumpido.
¡Ojalá estos textos den sus frutos y que cada vez amemos más a Jesús Misericordioso!
Jesús, en Vos confío.
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