Desobediencia.
Leemos en la Biblia que la desobediencia es castigada por el Señor. Si bien Dios perdona la desobediencia, ésta trae aparejada una punición que habrá que pagar.
Por eso dice también la Escritura que el hombre obediente cantará victoria, pues quien obedece se hace semejante a Dios, y quien desobedece es como que realiza un pecado de magia, y se emparenta con el demonio, el primer Desobediente de la historia.
Por suerte, gracias a Dios, el Señor tuvo misericordia de los hombres, que en Adán y Eva desobedecieron, y nos dio la oportunidad de reparar el error, con la promesa de un Salvador. Pero los ángeles caídos no tuvieron esa posibilidad, y al desobedecer ellos, hubo el Infierno.
Tengamos horror a la desobediencia, porque quien quiere guiarse por sí mismo, sin escuchar los consejos de Dios, de su director espiritual o de personas espirituales, se hace discípulo de un tonto, es decir, de sí mismo, y en última instancia obedece al demonio.
Trabajemos todos los días esta virtud de la obediencia, que fue la principal virtud de Jesús y de María, junto con la humildad.
Obedezcamos, sobre todo, los Diez Mandamientos. Y tengamos siempre presente cuál es la astucia del demonio para llevarnos a la desobediencia: El diablo nos sugiere siempre que es muy justo desobedecer a Dios y sus leyes, por uno u otro motivo “aparentemente” justo. No le hagamos caso y sigamos impertérritos y obedientes a Dios y su Ley, que dan Vida eterna. Aunque no entendamos, obedezcamos a Dios, y cantaremos victoria, en el tiempo y en la eternidad.
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