Actualizado el sábado 8/FEB/25

Repasando el Catecismo

56. ¿Cómo colabora el hombre con la Providencia divina?

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Dios otorga y pide al hombre, respetando su libertad, que colabore con la Providencia mediante sus acciones, sus oraciones, pero también con sus sufrimientos, suscitando en el hombre «el querer y el obrar según sus misericordiosos designios» (Flp 2, 13).

(Del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica)

 

Comentario:

 

Dios quiere que los hombres seamos sus manos, y por eso especialmente los ricos tienen la obligación de ser generosos con los pobres y necesitados, porque las riquezas que Dios les ha concedido tener, no son sólo para ellos, sino también para que, haciendo las veces de instrumentos de Dios, socorran a los hermanos.

Pero muchas veces, como lo dice claramente el Señor en el Evangelio, las riquezas en lugar de ser un bien, terminan siendo un mal para quien las posee, porque con ellas no se gana el Cielo, sino que por ellas se pierde, al no usarlas con inteligencia.

Jesús no odia a los ricos, como quieren hacer creer los que interpretan mal el Evangelio, influenciados por el marxismo, pues incluso el Señor ha tenido amigos ricos, como Lázaro de Betania, Nicodemo, José de Arimatea, y los mismos Magos que vinieron de oriente.

Las riquezas hay que saber utilizarlas para hacerse ricos en buenas obras, pues el que acapara avaramente, quedará atrapado en los lazos del demonio, ya que Jesús ha dicho en el Evangelio que no se puede servir a dos señores opuestos: Dios y el Dinero.

Pero el hombre también ayuda a Dios en su Providencia con los esfuerzos propios suyos, con sus oraciones, con su trabajo y con sus sufrimientos. Y esta colaboración del hombre, no es un bien para Dios, ya que Dios no necesita de nada ni de nadie, sino que es un bien para el mismo hombre, pues al ayudar al Señor, se hace acreedor de una gloria y un mérito, que le otorgará el Cielo bendito para siempre.

¡Alabado sea Dios!

 

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Aquí transcribo unas palabras del fallecido Obispo Manuel González, que nos hablan de la importancia del Catecismo:

"Decía yo en el año 33 en plena república laica: Al grito de moda oficial de "¡Nada de Catecismo!", que muchas veces se traduce en "¡Todo contra el Catecismo!", no creo que haya católico ni católica de veras, y, a fuer de tal, enterado y persuadido de lo que es y vale su Doctrina, que no oponga con todo su corazón el suyo de "¡Todo por el Catecismo!"

Nuestro deber y nuestra conciencia de católicos nos dicen que, no solamente hay que suplir el Catecismo que deja de enseñarse en las escuelas laicas oficiales, sino que hay que inundar a las almas de chicos y grandes con enseñanzas de Doctrina cristiana.

¿Quién, que quiera un poco, no más, a su Religión y a su Patria puede impasible ver venir generaciones, irreligiosas, sin temor ni esperanza, sin fe ni conciencia, sin ley de Dios ni freno de respeto a la Autoridad de los hombres que de Él viene?

Repito hoy en plena recristianización de España: hay que dar Catecismo a todos y mientras más mejor y en todas las formas que la conciencia, el celo y el ingenio dicten porque quedan muchos laicos y muchos emboscados, y la salvación completa no puede venir sino del Catecismo bien sabido y practicado."