Actualizado el martes 5/AGO/25

Ser santos

Más cerca de Dios.

Cuanto más santos seamos en la tierra, más cerca de Dios estaremos en el Cielo, y también más y mejor conoceremos y gozaremos del Señor. Por eso todo lo que hagamos por ser santos, tendrá su premio para toda la eternidad. Y si pensamos que cada Comunión bien hecha, que cada acción buena, que las oraciones dichas con piedad, y que los sacramentos recibidos con preparación y buena disposición, nos aumentan el grado de santidad, y por lo tanto el grado de gloria que tendremos en el Cielo, entonces sí que tendríamos que hacer TODO para no perder estos fabulosos bienes que podemos adquirir mientras peregrinamos en la tierra.

¡Cuánto tiempo perdido inútilmente, sin aprovecharlo para hacernos más santos! En la tierra acaparamos tesoros, dinero y bienes para asegurarnos el futuro. En realidad no lo aseguramos demasiado porque el poseer esos bienes no nos preserva del mal que nos puede sobrevenir, pero al menos al tener esos tesoros, esos recursos materiales, nos sentimos más seguros, contentos y tranquilos. ¡Cuánto más deberíamos hacer para adquirir los tesoros espirituales, haciéndonos cada día más santos, adquiriendo así una fortuna para el Cielo, un bienestar que no durará unos años, sino para toda la eternidad! ¡Y pensar que con sólo levantar una hojita del suelo por amor a Dios, es un acto meritorio y nos adquiere un aumento de gloria, es decir de felicidad para toda la eternidad!

La verdad es que tenemos esta vida que es la gran oportunidad para lucrar en el sentido correcto, es decir, hacer buenos negocios para el día de mañana, pero no un mañana temporal, sino el Mañana del más allá, donde seremos tanto más felices, cuanto mayor haya sido el grado de santidad alcanzado en la tierra.

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