Actualizado el sábado 16/MAR/24

Signos de los tiempos

Desprecio de la Eucaristía. 

Teniendo en cuenta que la Eucaristía es el mayor milagro que Dios podía hacer por los hombres, y que como bien dijo San Padre Pío de Pietrelcina: “Es más fácil que la tierra exista sin el sol, que sin la Santa Misa”, es necesario ponerse a pensar que las calamidades y desgracias de todo tipo que están aconteciendo en las almas, en las naciones y los pueblos y en todo el mundo, se deben principalmente a que no se da el trato amoroso y reverente a la Santa Eucaristía.

Por eso ¡qué importante es que cada uno de nosotros los católicos, nos comprometamos a realizar un culto de reparación a Jesús Sacramentado, para aplacar la cólera de Dios, y atraer sobre el mundo no los castigos, sino la Misericordia divina!

Si Jesús ha dicho en el Evangelio que se le exigirá más a quien más se le confió, podemos entender lo que Dios nos exigirá a nosotros, los hombres, después de habernos confiado los tesoros de su amor en el Santísimo Sacramento. Y si despreciamos este regalo de Dios, entonces seremos aplastados. Y el demonio sabe esto, por eso hace todo lo posible por atacar la Eucaristía de mil modos, sabiendo que Ella es el corazón de la Iglesia y del universo.

Y es lógico que para el tiempo del Anticristo, que habrá suspendido la Misa por tres años y medio, sucedan los fenómenos más aterradores en el mundo, puesto que si la humanidad y el universo existen todavía, se debe a que la Misa se celebra por todo el mundo, aplacando la Justicia de Dios. ¡Qué será vivir durante tres años y medio sin Misa!

Aprovechemos este tiempo de gracia previo a estos acontecimientos tan graves, y reparemos y adoremos al Señor, presente en la Eucaristía, y rindámosle toda clase de honores, especialmente dándole nuestro sincero amor.

¡Ven Señor Jesús!


Si desea recibir estos mensajes sobre los Signos de los tiempos, en su correo electrónico, por favor:
SUSCRÍBASE AQUÍ

 

Sepan, en primer lugar, que en los últimos días vendrán hombres burlones y llenos de sarcasmo, que viven de acuerdo con sus pasiones, y que dirán: "¿Dónde está la promesa de su Venida? Nuestros padres han muerto y todo sigue como al principio de la creación". Al afirmar esto, ellos no tienen en cuenta que hace mucho tiempo hubo un cielo, y también una tierra brotada del agua que tomó consistencia en medio de las aguas por la palabra de Dios. A causa de esas aguas, el mundo de entonces pereció sumergido por el diluvio. Esa misma palabra de Dios ha reservado el cielo y la tierra de ahora para purificarlos por el fuego en el día del Juicio y de la perdición de los impíos. Pero ustedes, queridos hermanos, no deben ignorar que, delante del Señor, un día es como mil años y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir lo que ha prometido, como algunos se imaginan, sino que tiene paciencia con ustedes porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan.  (II Pedro 3, 3-9)

(Vea cómo Consagrarse al Corazón Inmaculado de María)