Milagro de la Misericordia
Este mundo, que cada vez está más en poder del Maligno, necesita un milagro de la Misericordia de Dios, porque de lo contrario se autodestruirá. Y para implorar la Misericordia divina es necesario que oremos mucho y que la pidamos a Dios y, especialmente, que la pidamos a María, la Madre de Dios y Madre nuestra, que es la Reina de la Misericordia. Porque la Misericordia actúa donde hay miseria que consumir, ¿y qué más miseria que la de esta humanidad que ha tocado el fondo de su abismo?
Ha llegado el momento en que todos los buenos de la tierra tienen que implorar ardientemente la misericordia de Dios sobre este mundo, porque Dios quiere derramar su Misericordia sobre el mundo y quiere que se la pidamos en la oración.
En estos tiempos la Misericordia de Dios se desposará con la Justicia de Dios, y entre ambas llevarán este mundo a la salvación. Por eso cuando veamos algún castigo de Dios sobre esta pobre humanidad poseída por los espíritus del mal, recordemos que Dios siempre obra por amor y que Él es la Bondad infinita. Porque nos puede parecer que Dios es injusto o malo cuando veamos los castigos que vendrán a causa de los pecados de los hombres. Pero Dios no querrá esos castigos sino que los permitirá por amor, para salvar a los hombres del Infierno eterno, porque ¿qué es más importante?, ¿que se salven las almas y mueran los cuerpos?, ¿o que se condenen las almas y se salven los cuerpos? Por eso Dios, a través de grandes sufrimientos, llevará a esta humanidad a un nuevo paraíso terrenal en donde la justicia y el amor reinarán. Ojalá nosotros seamos instrumentos de su Misericordia y, como Santa Teresita, nos ofrezcamos al Amor Misericordioso del Señor para acortar los tiempos y hacer descender la Misericordia sobre el mundo.
¡Ave María purísima!
¡Sin pecado concebida!
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