Actualizado el viernes 14/FEB/25

Verdades olvidadas

Vivir en gracia de Dios. 

Lo más importante en nuestra vida es vivir en gracia de Dios. Todo lo demás es secundario. Porque si vivimos en gracia de Dios, poseemos a Dios, ya que Él mismo habita, por la gracia, en nuestras almas, y teniéndolo a Dios con nosotros, lo tenemos todo.

En cambio si perdemos la gracia por el pecado grave o mortal, entonces perdemos a Dios y así lo hemos perdido todo. Y si morimos en ese estado, nos espera el Infierno eterno, donde seremos para siempre infelices y desdichados.

Pero hoy ya no se le presta atención a este tema de vivir en gracia, y se buscan los bienes materiales como si éstos fueran los que hacen feliz al hombre. Pero ellos deben dejarse cuando viene la muerte,  y así nos presentamos a Dios desnudos como cuando nacimos, solo nos acompañan las obras que hemos realizado, las buenas y las malas obras, y allí mismo viene el juicio.

Pero si en ese momento no tenemos la gracia de Dios en nuestra alma, entonces nos espera el horror eterno. Fijémonos bien en estas palabras “horror eterno”. ¿Seremos tan insensatos de vivir en pecado mortal por años y años, sin confesarnos y arriesgándonos a morir en ese terrible estado. ¡No! Confesémonos cuanto antes. No nos acostemos nunca en pecado mortal. Por lo menos hagamos un acto de contrición perfecta con el firme propósito de confesarnos cuanto antes con el sacerdote, para que si esa noche debiéramos morir, estemos en amistad con Dios y no nos condenemos.

Hoy el mundo vive olvidado de esta gran verdad, y así los hombres pasan de la inconsciencia de la vida a la tremenda realidad del Infierno. Que no nos suceda esto a nosotros, sino estemos siempre vigilantes y con las lámparas encendidas, es decir con la fe y la gracia de nuestras almas.

Recordemos que lo más importante es tener a Dios en el alma, porque teniéndolo a Él, lo tenemos todo. ¿Y cuándo tenemos a Dios en el alma? Cuando estamos en gracia de Dios. De esa forma participamos de la Comunión de los Santos, de esa misteriosa unión que hay entre los que están en el Cielo, los que se purifican en el Purgatorio y los que militan y viven en gracia sobre la tierra. Y entonces nos beneficiamos de todos los dones que circulan en este gran organismo que es la Iglesia Católica, Triunfante, Purgante y Militante.

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