(8 de mayo de 1947)
Dice María Santísima de Fátima apareciéndoseme como Ella se me aparece...: "Te he dado la visión intelectiva de lo que es un Rosario bien dicho: lluvia de rosas sobre el mundo. En cada Ave que un alma amante dice con amor y con fe yo dejo caer una gracia. ¿Dónde? En todas partes: sobre los justos para hacerlos más justos, sobre los pecadores para convertirlos. ¡Cuántas, cuántas gracias llueven por el Ave del Rosario! Rosas blancas, rojas, de oro. Rosas blancas de los misterios gozosos, rojas de los dolorosos, de oro de los gloriosos. Todas ellas potentes de gracias por los méritos de mi Jesús. Porque son sus méritos infinitos los que dan valor a cada oración. Todo aquello que es bueno y santo existe y acontece por Él. Yo derramo, pero Él da el valor. ¡Oh, mi bendito Niño y Señor! Os doy las cándidas rosas de los grandísimos méritos de la perfecta Inocencia de mi Hijo: perfecta por ser divina y por haberla deseado conservar voluntariamente así el Hombre. Os doy las rosas purpúreas de los infinitos méritos del Sufrimiento de mi Hijo, tan voluntariosamente consumado por vosotros. Os doy las rosas de oro de su perfectísima Caridad. Todo lo de mi Hijo os doy, y todo lo de mi Hijo os santifica y salva. ¡Oh, yo no soy nada, yo desaparezco en su fulgor, yo cumplo sólo el gesto de dar, pero Él, sólo Él es la fuente inagotable de todas las gracias!". |
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