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PECADO
¿Qué es el pecado?
No puedo dejar de pecar
La tentación
Medios para evitar el pecado
He pecado
El pecado
¿Qué hacer para no pecar?
MISERICORDIA
¿Qué es la Misericordia?
Dios no me puede perdonar
Dios me quiere perdonar
Confío en Tu Misericordia
La Misericordia
¿Qué hacer para obtener Misericordia?
CONVERSIÓN
¿Qué es la conversión?
Oración para convertirse
Oración para convertir a un pecador
Oración para salvar a un pecador
Quiero cambiar
La conversión
¿Qué hacer para convertirnos?
SANTIDAD
¿Qué es la santidad?
¿Yo puedo ser santo?
Quiero ser perfecto
La santidad
¿Qué hacer para ser santos?
MENSAJES
Nuestra Señora de Fátima
María del Rosario de San Nicolás
Movimiento Sacerdotal Mariano
Reina de la Paz

¿Qué hacer para no pecar?

Pedir ayuda a Dios. 

Nadie puede cumplir los Diez Mandamientos ni las enseñanzas de Jesús en el Evangelio, si no es ayudado por Dios. Por eso nadie puede permanecer en gracia de Dios y sin cometer pecados, si Dios no le da su gracia, si Dios no le da su ayuda.

Entonces para no caer en pecado tenemos la necesidad de la ayuda de Dios. Y la ayuda Dios se la da a quien se la pide. Y le pedimos ayuda a Dios por medio de la oración. Por eso para no pecar hay que rezar, ya que a través de la oración Dios nos va comunicando su misma santidad y su fuerza, y de esa manera mantenemos alejado al Maligno, que es el Tentador, quien nos incita al pecado porque nos odia y quiere nuestra perdición temporal y eterna.

Por lo que dijimos arriba se deduce que quien no reza, estará bien pronto perdido, puesto que como ha dicho muy bien San Alfonso María de Ligorio: “Quien reza se salva y quien no reza se condena”. Así nosotros, mientras vamos de camino por este mundo, en este tiempo de prueba que es la vida terrenal, tenemos que pedir constantemente ayuda a Dios, porque el demonio, por naturaleza, es más fuerte que nosotros, y solos no le podemos hacer frente, sino que necesitamos de Alguien más poderoso que él –Dios- para que nos libre de sus emboscadas. Si hacemos así jamás pecaremos.

 

Huir de las ocasiones. 

En la vida espiritual muchas veces hay que huir para vencer. Porque si queremos mantenernos sin pecado, a veces será necesario emprender la retirada ya que los enemigos que tenemos son más fuertes que nosotros, en especial, el enemigo de la sensualidad, los demonios de la lujuria. Por eso es de valientes huir ante la tentación de impureza. ¡Pobre de quien quiere hacer frente a la tentación y exponerse inútilmente, pues perecerá, ya que quien ama el peligro, perecerá en él!

Tenemos que hacer el serio propósito de evitar las ocasiones de pecado, de evitar aquella amistad que nos trae perturbaciones, aquél lugar poco decente, aquella conversación malsana, ese libro o revista pornográfico o aquel programa de televisión o película de cine provocativos.

Es un constante combate en que tenemos que debatirnos en este mundo, puesto que la lucha terminará sólo con la muerte, ya que bien dice Job en la Escritura, “que es milicia la vida del hombre sobre la tierra”. Y efectivamente debemos combatir contra los tres enemigos del alma, hasta que venzamos para siempre al fin de nuestra vida.

 

Rezar a María. 

María es terrible para el demonio. Por eso si queremos evitar el pecado, tenemos que acudir a María en las tentaciones, y Ella hará huir al enemigo de nuestras almas.

En este mundo de hoy es muy difícil guardar la pureza y castidad, porque además de nuestros apetitos desordenados, están los medios de comunicación social que incentivan y encienden las pasiones, y así es casi un milagro quien puede mantenerse en gracia de Dios. De entre los que así se mantienen, podemos afirmar sin equivocarnos que todos ellos son amigos de María, y le piden y le imploran todos los días que los libre de las tentaciones y de caer en el pecado.

Nosotros debemos tomar el ejemplo e invocar a María Santísima, para que nos socorra, porque no en vano la Virgen es llamada “Auxiliadora”.

Si queremos vencer las tentaciones tenemos que rezar a Dios. Pero también es necesario que recemos a María, pues Ella tiene un poder magnífico contra el diablo, y en cierto sentido el demonio le tiene más miedo a la Virgen que al mismo Dios, y se siente vencido y humillado cuando María le aplasta la cabeza si la invocamos en nuestra ayuda.

Nunca debemos olvidar de rezar al menos cada día las tres avemarías, que son prenda de salvación eterna, pues quien reza el avemaría, no será vencido por el Infierno.

 

 

 

 

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