¿Qué hacer para obtener Misericordia? Reconocernos miserables. La Misericordia de Dios actúa donde hay miserias que consumir, por eso si queremos obtener la compasión y misericordia de Dios, debemos reconocer ante Él nuestra miseria, para que la cambie en gracias. Dios tiene compasión, pero la tiene de quien reconoce su error, de quien se humilla; entonces Dios lo eleva mucho, por encima del lugar en el que estaba antes de caer en el pecado. No cometamos el error de aferrarnos a nuestro pecado, de modo que no queramos entregárselo a Dios para que Él lo trueque en bendiciones para nosotros. Vayamos a los pies del ministro de Dios, del Sacerdote católico, y confesémonos con él, diciendo todos nuestros pecados, sin justificarnos, y entonces veremos lo que es la bondad de Dios para nosotros, ¡qué amor tendrá el Señor para con nosotros, y qué paz encontraremos al salir del confesionario, renovados y con nuevos ímpetus para seguir en el combate de la vida! Recordemos aquel ejemplo del fariseo y el publicano, que fueron al Templo, pero el primero se jactaba de ser justo, y el segundo ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al Cielo. Pues bien, el segundo fue perdonado por Dios, y en cambio el fariseo volvió con su pecado, aumentado por uno más de presunción y soberbia.
Acudir al sacerdote. Dios es misericordioso, y en la tierra ha establecido su trono de misericordia, que es el confesionario, que es el sacerdote perdonando los pecados en el sacramento de la confesión. Por eso si queremos obtener misericordia en este mundo, nada mejor que ir a los pies del ministro de Dios, el sacerdote católico, para que derrame sobre nosotros la misericordia divina. Vayamos a confesarnos asiduamente, al menos una vez al mes, cuando no haya falta grave, porque si hemos pecado gravemente, entonces tenemos que ir a confesarnos cuanto antes. Aprovechemos el sacramento de la confesión o reconciliación, que Jesús ha instituido para bien de los hombres, y no hagamos de este sacramento un medio de condenación, recibiéndolo con mala disposición, o callando algún pecado grave en la confesión. Porque debemos saber que el demonio hace y hará todo lo posible por volver inútil los beneficios de Dios para con nosotros. Así que estemos atentos y aprovechemos este divino sacramento del perdón, para limpiarnos cada vez más de todas nuestras manchas y obtener la misericordia de Dios en abundancia.
Acudir a María, Madre de Misericordia. Si queremos obtener misericordia del Señor, tenemos que ir a la misma Madre de la Misericordia, la Madre de Jesucristo, que es la Misericordia del Padre, María Santísima, y Ella nos obtendrá en abundancia la misericordia divina para nuestras almas. Podemos decir que Dios tiene un lado “flaco”, un lado “débil”, que es María Santísima. Efectivamente Él no le niega nada a su Hija, Madre y Esposa. Por eso si queremos obtener la misericordia de Dios, acudamos a la Virgen confiadamente, sabiendo con seguridad que el Señor nos atenderá, ya que Él jamás rechaza un pedido de su Madre, y quien se refugia bajo el manto de María, no debe temer ni al Infierno, ni a la Justicia de Dios, porque está más seguro que un pajarito en el nido. María es Madre, y las madres son misericordiosas. ¡Cuánto más es misericordiosa Aquélla que es la más perfecta imagen de Dios, y es la Madre más sublime de la creación! Vayamos a María, que en su seno encontraremos a Jesús, que nos estará esperando para perdonarnos y a través del sacerdote nos absolverá de todos nuestros pecados, y entonces cantaremos dichosos las misericordias del Señor y de su bendita Madre.
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