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APÓSTOLES DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS

 

Ha llegado el momento de combatir abiertamente contra el demonio y sus secuaces, alistándonos en el ejército capitaneado por la Mujer Vestida de Sol, María Santísima, que conducirá la batalla al mayor triunfo de Dios y de la Iglesia, al triunfo de su Inmaculado Corazón.

Y la Virgen quiere servirse de sus hijos consagrados a Ella, para instaurar el Reino de Cristo en la Tierra.

Estos hijos consagrados a María, son los Apóstoles de los Últimos Tiempos, profetizados por San Luis María Grignión de Montfort en su Tratado de la Verdadera Devoción a María, y nosotros, humildemente queremos ser de ellos.

Es por eso que hoy, viernes 16 de julio de 2010, Nuestra Señora del Carmen, he creado este grupo llamado APÓSTOLES DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS, para que quienes quieran puedan suscribirse al mismo, recibir mensajes y material para llevar adelante esta misión, siendo así Apóstoles de los Últimos Tiempos. (Leer el mensaje actual)

Quien desee suscribirse, primero deberá consagrarse a la Virgen, si es que aún no lo está, y luego suscribirse al final de esta página. (Para consagrarse a la Virgen vea las secciones: Inmaculado Corazón de María, o también Consagración a María)

Les sugiero que antes de suscribirse, lean primero los siguientes textos que hablan sobre estos Apóstoles de los Últimos Tiempos que tendrán la misión de hacer triunfar el bien y la verdad en el mundo.

Estos son los textos:

(Del Tratado de la Verdadera Devoción a María) 

MARÍA EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS DE LA IGLESIA 

1. María y los últimos tiempos 

[49] La salvación del mundo comenzó por medio de María y por medio de Ella debe consumarse. María casi no se manifestó en la primera venida de Jesucristo, a fin de que los hombres poco instruidos e iluminados aún acerca de la persona de su Hijo, no se alejaran de la verdad aficionándose demasiado fuerte e imperfectamente a la Madre, como habría ocurrido seguramente, si Ella hubiera sido conocida, a causa de los admirables encantos que el Altísimo le había concedido aún en su exterior. Tan cierto es esto que san Dionisio Aeropagita escribe que cuando la vio, la hubiera tomado por una divinidad, a causa de sus secretos encantos e incomparable belleza, si la fe, en la que se hallaba bien cimentado, no le hubiera enseñado lo contrario.

Pero, en la segunda venida de Jesucristo, María tiene que ser conocida y puesta de manifiesto por el Espíritu Santo, a fin de que por Ella Jesucristo sea conocido, amado y servido. Pues ya no valen los motivos que movieron al Espíritu Santo a ocultar a su Esposa durante su vida y manifestarla sólo parcialmente aun después de la predicación del Evangelio.

[50] Dios quiere, pues, revelar y manifestar a María, la obra maestra de sus manos, en estos últimos tiempos:

1º) Porque Ella se ocultó en este mundo y se colocó más bajo que el polvo por su profunda humildad, habiendo alcanzado de Dios, de los Apóstoles y Evangelistas que no la dieran a conocer.

2º) Porque Ella es la obra maestra de las manos de Dios, tanto en el orden de la gracia como en el de la gloria y Él quiere ser glorificado y alabado en la tierra por los hombres.

3º) Porque Ella es la aurora que precede y anuncia al Sol de Justicia, Jesucristo, y por lo mismo, debe ser conocida y manifestada, si queremos que Jesucristo lo sea.

4º) Porque Ella es el camino por donde vino Jesucristo la primera vez y lo será también cuando venga la segunda, aunque de modo diferente.

5º) Porque Ella es el medio seguro y el camino directo e inmaculado para ir a Jesucristo y hallarlo perfectamente. Por Ella deben, pues, hallar a Jesucristo las personas santas que deben resplandecer en santidad. Quien halla a María, halla la vida (cfr. Prov. 8, 35), es decir, a Jesucristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida (cfr. Jn. 14, 6). Ahora bien, no se puede hallar a María si no se la busca, ni buscarla si no se la conoce: pues no se busca ni desea lo que no se conoce. Es, por tanto, necesario que María sea mejor conocida que nunca, para mayor conocimiento y gloria de la Santísima Trinidad.

6º) Porque María debe resplandecer más que nunca en los últimos tiempos en misericordia, poder y gracia:

        En misericordia, para recoger y acoger amorosamente a los pecadores y a los extraviados que se convertirán y volverán a la Iglesia católica.

        En poder contra los enemigos de Dios, los idólatras, cismáticos, mahometanos, judíos e impíos endurecidos que se rebelarán terriblemente para seducir y hacer caer, con promesas y amenazas, a cuantos se les opongan.

        En gracia, finalmente, para animar y sostener a los valientes soldados y fieles servidores de Jesucristo, que combatirán por los intereses del Señor.

7º) Por último, porque María debe ser terrible al diablo y a sus secuaces como un ejército en orden de batalla (cfr. Cant. 6, 3) sobre todo en estos últimos tiempos porque el diablo sabiendo que le queda poco tiempo (Apoc. 12, 12), y menos que nunca, para perder a las gentes, redoblará cada día sus esfuerzos y ataques. De hecho, suscitará en breve crueles persecuciones y tenderá terribles emboscadas a los fieles servidores y verdaderos hijos de María, a quienes le cuesta vencer mucho más que a los demás. 

2. María y la lucha final 

[51] A estas últimas y crueles persecuciones de Satanás, que aumentarán de día en día hasta que llegue el anticristo, debe referirse sobre todo aquella primera y célebre predicación y maldición lanzada por Dios contra la serpiente en el paraíso terrestre. Nos parece oportuno explicarla aquí, para la gloria de la Santísima Virgen, salvación de sus hijos y confusión de los demonios:

Haré que haya enemistad entre ti y la mujer,

entre tu descendencia y la suya,

ésta te pisará la cabeza

mientras tú te abalanzarás sobre su talón.

(Gn. 3, 15).

[52] Dios ha hecho y preparado una sola e irreconciliable enemistad, que durará y se intensificará hasta el fin. Y es entre María, su digna Madre, y el diablo; entre los hijos y servidores de la Santísima Virgen y los hijos y secuaces de Lucifer. De suerte que el enemigo más terrible que Dios ha suscitado contra Satanás es María, su Santísima Madre. Ya desde el paraíso terrenal, aunque María sólo estaba entonces en la mente divina, le inspiró tanto odio contra ese maldito enemigo de Dios, le dio tanta sagacidad para descubrir la malicia de esa antigua serpiente y tanta fuerza para vencer, abatir y aplastar a ese orgulloso impío, que el diablo le teme no sólo más que a todos los ángeles y hombres, sino en cierto modo más que al mismo Dios. No ya porque la ira, odio y poder divinos no sean infinitamente mayores que los de la Santísima Virgen, cuyas perfecciones son limitadas, sino:

1º) Porque Satanás, que es tan orgulloso, sufre infinitamente más al verse vencido y castigado por una sencilla y humilde esclava de Dios y la humildad de la Virgen lo humilla más que el poder divino.

2º) Porque Dios ha concedido a María un poder tan grande contra los demonios que, como a pesar suyo se han visto muchas veces obligados a confesarlo por boca de los posesos, tienen más miedo a un solo suspiro de María en favor de una persona, que a las oraciones de todos los santos y a una sola amenaza suya contra ellos más que a todos los demás tormentos.

[53] Lo que Lucifer perdió por orgullo, lo ganó María con la humildad. Lo que Eva condenó y perdió por desobediencia, lo salvó María con la obediencia. Eva, al obedecer a la serpiente, se hizo causa de perdición para sí y para todos sus hijos, entregándolos a Satanás; María, al permanecer perfectamente fiel a Dios, se convirtió en causa de salvación para sí y para todos sus hijos y servidores, consagrándolos al Señor.

[54] Dios no puso solamente una enemistad, sino enemistades, y no sólo entre María y Lucifer, sino también entre la descendencia de la Virgen y la del demonio. Es decir: Dios puso enemistades, antipatías y odios secretos entre los verdaderos hijos y servidores de la Santísima Virgen y los hijos y esclavos del diablo: no pueden amarse ni entenderse unos a otros.

Los hijos de Belial, los esclavos de Satanás, los amigos de este mundo de pecado, ¡todo viene a ser lo mismo!, han perseguido siempre y perseguirán más que nunca de hoy en adelante a quienes pertenezcan a la Santísima Virgen, como en otro tiempo Caín y Esaú, figuras de los réprobos, persiguieron a sus hermanos Abel y Jacob, figuras de los predestinados.

Pero la humilde María triunfará siempre sobre aquel orgulloso y con victoria tan completa que llegará a aplastarle la cabeza, donde reside su orgullo. ¡María descubrirá siempre su malicia de serpiente, manifestará sus tramas infernales, desvanecerá sus planes diabólicos y defenderá hasta el fin a sus servidores de aquellas garras mortíferas!

El poder de María sobre todos los demonios resplandecerá, sin embargo, de modo particular en los últimos tiempos, cuando Satanás pondrá asechanzas a su calcañar, o sea, a sus humildes servidores y pobres a juicio del mundo; humillados delante de todos, rebajados y oprimidos como el calcañar respecto de los demás miembros del cuerpo. Pero, en cambio, serán ricos en gracias y carismas, que María les distribuirá con abundancia, grandes y elevados en santidad delante de Dios; superiores a cualquier otra criatura por su celo ardoroso; y tan fuertemente apoyados en el socorro divino que, con la humildad de su calcañar y unidos a María, aplastarán la cabeza del demonio y harán triunfar a Jesucristo. 

3. María y los apóstoles de los últimos tiempos 

[55] Sí, Dios quiere que su Madre Santísima, sea ahora más conocida, amada y honrada que nunca. Lo que sucederá sin duda, si los predestinados, con la gracia y luz del Espíritu Santo, entran y penetran en la práctica interior y perfecta de la devoción que voy a manifestarles en seguida.

Entonces verán, en cuanto lo permita la fe, a esta hermosa estrella del mar y, guiados por Ella, llegarán a puerto seguro, a pesar de las tempestades y de los piratas.

Entonces conocerán las grandezas de esta Soberana y se consagrarán enteramente a su servicio como súbditos y esclavos de amor.

Entonces saborearán sus dulzuras y bondades maternales y la amarán tiernamente como sus hijos predilectos.

Entonces experimentarán las misericordias en que Ella reboza y la necesidad en que están de su socorro, recurrirán en todo a Ella, como a su querida Abogada y Medianera ante Jesucristo.

Entonces sabrán que María es el medio más seguro, fácil, corto y perfecto para llegar hasta Jesucristo y se consagrarán a Ella en cuerpo y alma y sin reserva alguna, para pertenecer del mismo modo a Jesucristo.

[56] Pero, ¿qué serán estos servidores, esclavos a hijos de María? Serán fuego encendido, ministros del Señor, que prenderán por todas partes el fuego del amor divino.

Serán flechas agudas en la mano poderosa de María para atravesar a sus enemigos: como saetas en mano de un valiente (Sal. 127, 4).

Serán hijos de Leví, bien purificados por el fuego de grandes tribulaciones y muy unidos a Dios. Llevarán en el corazón el fuego del amor, el incienso de la oración en el espíritu y en el cuerpo la mirra de la mortificación.

Serán en todas partes el buen olor de Jesucristo (cfr. 2 Cor. 2, 15-16) para los pobres y sencillos; pero para los grandes, los ricos y mundanos orgullosos serán olor de muerte.

[57] Serán nubes tronantes y volantes, en el espacio, al menor soplo del Espíritu Santo. Sin apegarse a nada ni asustarse, ni inquietarse por nada, derramarán la lluvia de la Palabra de Dios y de la vida eterna, tronarán contra el pecado, lanzarán rayos contra el mundo del pecado, descargarán golpes contra el demonio y sus secuaces y con la espada de dos filos de la Palabra de Dios traspasarán a todos aquellos a quienes sean enviados de parte del Altísimo.

[58] Serán los apóstoles auténticos de los últimos tiempos. A quienes el Señor de los ejércitos dará la palabra y la fuerza necesarias para realizar maravillas y ganar gloriosos despojos sobre sus enemigos.

Dormirán sin oro ni plata y, lo que más cuenta, sin preocupaciones en medio de los demás sacerdotes, eclesiásticos y clérigos (Sal. 68, 14). Tendrán, sin embargo, las alas plateadas de la paloma, para volar con la pura intención de la gloria de Dios y de la salvación de los hombres adonde los llame el Espíritu Santo. Y no dejarán en pos de sí en los lugares en donde prediquen sino el oro de la caridad, que es el cumplimiento de toda ley (cfr. Rom. 13, 10).

[59] Por último, sabemos que serán verdaderos discípulos de Jesucristo. Caminando sobre las huellas de su pobreza, humildad, desprecio de lo mundano y caridad evangélica, enseñarán la senda estrecha de Dios en la pura verdad, conforme al Evangelio y no a los códigos mundanos, sin inquietarse por nada ni hacer acepción de personas, sin dar oídos ni escuchar ni temer a ningún mortal por poderoso que sea.

Llevarán en la boca la espada de dos filos de la Palabra de Dios, sobre sus hombros el estandarte ensangrentado de la cruz, en la mano derecha el crucifijo, el Rosario en la izquierda, los sagrados nombres de Jesús y María en el corazón y en toda su conducta la modestia y mortificación de Jesucristo.

Tales serán los grandes hombres que vendrán y a quienes María formará por orden del Altísimo para extender su imperio sobre el de los impíos, idólatras y mahometanos. Pero, ¿cuándo y cómo sucederá esto?... ¡Sólo Dios lo sabe! A nosotros toca callar, orar, suspirar y esperar: Yo esperaba con ansia (Sal. 40, 2). 

 

(Mensajes de la Santísima Virgen al Padre Gobbi, del Movimiento Sacerdotal Mariano) 

Manila (Filipinas), 13 de octubre de 1980

Aniversario de la última aparición de Fátima

No pequéis más.

“En este día os recogéis aquí, en un Cenáculo de oración y recordáis mi última aparición en la Cova de Iria, confirmada por el milagro del sol.

Desde esta tierra, por Mí predilecta por el amor y la devoción con que soy amada y venerada, vuelvo a dirigir al mundo la llamada de angustia que expresé un día como éste en Fátima, y que resume, en pocas palabras, el mensaje del Cielo que vengo a comunicaros.

¡No pequéis más!

No ofendáis más a mi Hijo que ya es demasiado ofendido. Retornad a Dios por medio de vuestra conversión, por el camino de la oración y la penitencia.

Por desgracia, mi mensaje no ha sido escuchado. La humanidad ha continuado recorriendo el camino de la rebelión a Dios, del rechazo obstinado de su ley de amor. Se ha llegado hasta la negación del pecado, a justificar incluso los más graves desórdenes morales en nombre de una libertad falsamente entendida.

Así Satanás, mi Adversario, ha conseguido haceros caer en su seducción.

Muchos han perdido la conciencia del pecado, por esto lo cometen y lo justifican más cada día. Casi ha desaparecido el sentido del arrepentimiento, que es el primer paso que hay que dar para ponerse en el camino de la conversión.

Hasta en las naciones de más tradición cristiana se ha legitimado el gran delito del asesinato de los niños inocentes en el seno de sus madres. Este delito clama pidiendo venganza en la presencia de Dios.

Ésta es la hora de la justicia y de la misericordia.

Ésta es la hora del castigo y de la salvación.

La Madre Celeste intercede ante Dios por vosotros, porque nunca como en estos momentos, estáis tan amenazados y tan cerca de la prueba suprema.

Por esto os suplico que os arrepintáis y retornéis a Dios. Por vuestro medio, hijos míos predilectos y consagrados a Mí, mis Apóstoles de los últimos tiempos, quiero que esta llamada angustiada llegue a los últimos confines de la Tierra.

Desde esta Nación bendita, sobre la que tengo un gran designio de amor y de luz, a todos os recojo en el refugio de mi Corazón Inmaculado.” 

 

Valdragone de S. Marino, 29 de junio de 1983

Fiesta de S. Pedro y S. Pablo. Ejercicios Espirituales.
Cenáculo con los Responsables del M.S.M. de Europa

Por qué os he querido aquí

“Os he llamado una vez más este año y habéis venido de toda Europa para pasar estos días en un Cenáculo continuo Conmigo.

Cuánto consoláis a mi Corazón en estos tiempos tan atribulados y cuánto glorificáis a vuestra Madre Celestial. Yo reflejo mi luz en vuestros corazones y derramo la plenitud de la gracia en vuestras almas.

Estoy siempre junto a vosotros; me asocio a vuestra oración, hago crecer vuestro amor, hago más fuertes los lazos que os unen, gozo en veros tan pequeños y dóciles, tan dispuestos a comprenderos, a ayudaros, a caminar juntos por el camino difícil de la Consagración que me habéis hecho.

¿Por qué os he querido aquí este año?

Para haceros comprender que ya desde ahora debéis caminar juntos, unidos en el amor, hasta llegar a ser verdaderamente una sola cosa. En estos días, en el Cenáculo de mi Corazón Inmaculado, quiero hacer de todos un solo corazón y una sola alma.

La táctica de mi Adversario es la del odio y la división; a dondequiera que va, con su acción solapada y maligna, consigue llevar la ruptura, la incomprensión, el antagonismo. También trabaja cada vez más en la Iglesia para herirla en su unidad interior. Entonces os reúno de todas partes para ayudar a amaros, a uniros, a crecer en la perfección del amor.

Os he llamado otra vez aquí arriba para haceros comprender que ya vuestra pública misión está a apunto de cumplirse con vuestra personal y preciosa inmolación.

Este es el Año Santo de la Redención, llevada a cabo por mi Hijo Jesús en la Cruz.

También mi Corazón Inmaculado se convierte ya para vosotros, de cuna en altar encima del cual debo extender a cada uno de vosotros sobre la cruz que el Padre os ha preparado para la salvación del mundo.

Por ello, hijos míos predilectos, disponeos a vivir con confianza y abandono las horas sangrientas que ya desde ahora os esperan, mientras os hago cada día más conformes a Jesús crucificado.

Los errores que se difunden en la Iglesia y oscurecen la fe, son hoy vuestra corona de espinas; los pecados que se cometen, y ya no se reparan, son vuestros dolorosos flagelos; la impureza, que se propaga, reduce vuestro cuerpo sacerdotal a una llaga; el odio del mundo, la incomprensión y hasta la marginación de la que estáis rodeados son los clavos que os traspasan; se os llama a subir Conmigo al Calvario sobre el que vais a ser inmolados para la salvación del mundo.

Os he llamado aquí, una vez más, para obteneros el Espíritu Santo, que por el Padre y el Hijo os es dado con sobreabundancia por vuestra incesante oración, unida a mi materna intercesión. Él os transformará en llamas ardientes de celo por la gloria de Dios, y testigos valientes de Jesús en estos tiempos, que se han hecho tan perversos.

Desde ahora, la lucha entre vuestra Madre Celeste y su Adversario ha entrado ya en su fase decisiva.

“La Mujer vestida del Sol” combate abiertamente con su ejército contra el ejército a las órdenes del Dragón rojo, a cuyo servicio se ha puesto la Bestia negra, venida del mar.

El Dragón Rojo es el ateísmo marxista, que ha conquistado ya el mundo entero y ha llevado a la humanidad a construir una nueva civilización sin Dios.

Por esto, el mundo se ha convertido en un desierto árido y frío, sumergido en el hielo del odio y en las tinieblas del pecado y de la impureza.

La Bestia negra es la Masonería, que se ha infiltrado en la Iglesia y la ataca, la hiere y trata de demolerla con su táctica solapada.

Su espíritu se difunde por todas partes como una peligrosa nube tóxica, y conduce a la parálisis de la fe, apaga el ardor apostólico y aleja cada vez más de Jesús y de su Evangelio.

Ha llegado, pues, el tiempo de combatir con valentía, apóstoles de estos últimos tiempos, a las órdenes de vuestra Capitana Celeste:

–A la división quiero responder por medio de vosotros, reforzando la comunión y el amor que os une hasta haceros una sola cosa.

–A la propagación del pecado y del mal, respondo con vuestra inmolación sacerdotal, y por esto os ayudo a subir al Calvario y os extiendo en la Cruz en la que cada uno debe ser inmolado.

–Al ataque el Dragón rojo y de la Bestia Negra, respondo llamándoos a todos a combatir, para que Dios sea cada vez más glorificado y la Iglesia sea sanada, en sus hijos, de las dolorosas llagas de la infidelidad y de la apostasía.

Orad, amad, haced penitencia.

Caminad por la senda de la humildad, de la pequeñez, del desprecio del mundo y de vosotros mismos, siguiendo a Jesús que tanto os ama y os conduce.

Pronto la victoria resplandecerá por doquier.

Por medio del triunfo de mi Corazón Inmaculado vendrá a vosotros el Reino glorioso de Jesús, que en su Espíritu de Amor conducirá a toda la creación a la mayor glorificación del Padre. Finalmente se renovará la faz de la tierra.

Por esto, antes de descender de este monte, os contemplo uno a uno con maternal ternura y lleno vuestro corazón de gracias, que más adelante comprenderéis, y os bendigo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.” 

 

Rubbio (Vicenza), 8 de diciembre de 1989

Fiesta de la Inmaculada Concepción

Una corona de doce estrellas

“Hijos predilectos, contemplad hoy el candor inmaculado de vuestra Madre Celeste.

Soy la Inmaculada Concepción.

Soy la única criatura exenta de toda mancha de pecado incluso del original.

Soy toda hermosa: Tota Pulchra.

Dejaos envolver en mi manto de belleza, para que también vosotros seáis iluminados con mi candor de Cielo, con mi Luz Inmaculada.

Soy toda hermosa por ser llamada a ser la Madre del Hijo de Dios y a formar el virginal vástago del que debe surgir la Flor Divina.

Por eso mi designio se inserta en el misterio mismo de vuestra salvación.

Al principio soy anunciada como la enemiga de Satanás, la que obtendrá sobre él la completa victoria.

“Pondré enemistades entre ti y la Mujer, entre tu descendencia y la suya; Ella te aplastará la cabeza, mientras tú tratarás de morder su talón”.

Al final soy vista como la Mujer vestida del Sol, que tiene la misión de combatir contra el Dragón Rojo y su poderoso ejército, para vencerlo, ligarlo y arrojarlo a su reino de muerte, para que en el mundo pueda reinar solamente Cristo.

Heme aquí entonces presentada por la Sagrada Escritura con el fulgor de mi maternal realeza: “y apareció en el Cielo otra señal: una Mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”.

En torno a mi cabeza hay, pues, una corona de doce estrellas.

La corona es el signo de la realeza.

La misma está compuesta por doce estrellas, porque se convierte en el símbolo de mi materna y real presencia en el corazón mismo del pueblo de Dios.

Las doce estrellas indican las doce tribus de Israel, que componen el pueblo elegido, escogido y llamado por el Señor para preparar la venida al mundo del Hijo de Dios y del Redentor.

Puesto que Yo soy llamada a ser la Madre del Mesías, mi designio es el de ser el cumplimiento de las promesas, el brote virginal, el honor y la gloria de todo el pueblo de Israel.

En efecto, la Iglesia me exalta con estas palabras: “Tú eres la gloria de Jerusalén; Tú eres la alegría de Israel; Tú eres el honor de nuestro pueblo”.

Por eso las tribus de Israel forman doce piedras preciosas de la diadema que circunda mi cabeza, para indicar la función de mi materna realeza.

Las doce estrellas significan también los doce Apóstoles que son el fundamento sobre el cual Cristo ha fundado su Iglesia.

Me he encontrado a menudo con ellos, para estimularlos a seguir y a creer en Jesús durante los tres años de su pública misión.

En su lugar, Yo estuve bajo la Cruz, junto con Juan, en el momento de la crucifixión, de la agonía y de la muerte de mi Hijo Jesús.

Con ellos he participado de la alegría de su resurrección; junto a ellos, recogidos en oración, he asistido al momento glorioso de Pentecostés.

Durante mi existencia terrena he permanecido junto a ellos con mi oración y mi presencia maternal para ayudarlos, formarlos, alentarlos e impulsarlos a beber el cáliz que había sido preparado para ellos por el Padre Celestial.

Soy así Madre y Reina de los Apóstoles que, en torno a mi cabeza, forman doce estrellas luminosas de mi materna realeza.

Soy Madre y Reina de toda la Iglesia.

Las doce estrellas significan además una nueva realidad.

El Apocalipsis, en efecto, me ve como un gran signo en el cielo: La Mujer vestida del Sol, que combate al Dragón y a su poderoso ejército del mal.

Entonces, las estrellas en torno a mi cabeza indican a aquellos que se consagran a mi Corazón Inmaculado, forman parte de mi ejército victorioso, se dejan guiar por Mí para combatir esta batalla y para obtener al final nuestra mayor victoria.

Así, todos mis predilectos y los hijos consagrados a mi Corazón Inmaculado, llamados a ser hoy los apóstoles de los últimos tiempos, son las estrellas más luminosas de mi real corona.

Las doce estrellas, que forman la luminosa corona de mi materna realeza, están constituidas por las doce tribus de Israel, por los Apóstoles y por los Apóstoles de estos vuestros últimos tiempos.

Entonces, en la fiesta de mi Inmaculada Concepción, os llamo a todos vosotros a formar parte preciosa de mi corona y volveros las estrellas brillantes que difunden, por todas las partes del mundo, la luz, la gracia, la santidad, la belleza y la gloria de vuestra Madre Celeste.”

 

Rubbio (Vicenza), 23 de junio de 1990

Fiesta del Corazón Inmaculado de María

Mi Corazón Inmaculado es glorificado

“Hijos predilectos, hoy la Iglesia celebra la memoria litúrgica de mi Corazón Inmaculado.

Esta fiesta es vivida con particular solemnidad por todos los que pertenecen a mi Movimiento Sacerdotal Mariano.

Entráis en mis tiempos.

Están en curso de desarrollo los acontecimientos misteriosos y fuertes que Yo os he predicho.

Por esto, ha llegado el momento en el cual mi Corazón Inmaculado debe ser glorificado ante la Iglesia y la humanidad entera.

Vosotros habéis sido escogidos para ser los niños más pequeños totalmente confiados y consagrados a Mí.

Vosotros habéis sido formados para preparar y realizar mi triunfo maternal en el glorioso triunfo de mi hijo Jesús.

Vosotros estáis llamados a ser los Apóstoles de estos últimos tiempos. Por eso os incumbe a vosotros la tarea de proclamar, en todas partes de la tierra, el amor y la gloria de vuestra Madre Celeste.

Por esto mi Corazón Inmaculado es glorificado por vosotros.

Mi Corazón Inmaculado es glorificado por vosotros, cuando os dejáis llevar con docilidad por el camino de la pureza, del amor y de la santidad.

Mi Corazón Inmaculado es glorificado por vosotros, cuando dais a todos un testimonio cotidiano de fidelidad heroica a Cristo y a su Evangelio, convirtiéndoos hoy en valientes testigos de fe.

Mi Corazón Inmaculado es glorificado por vosotros, cuando dais ejemplo de fuerte unidad con el Papa y de obediencia perfecta a su Magisterio.

Mi Corazón Inmaculado es glorificado por vosotros, cuando os ponéis totalmente a disposición de las necesidades espirituales de las almas, especialmente con el ejercicio asiduo de vuestro ministerio sacerdotal en el sacramento de la Reconciliación.

Mi Corazón Inmaculado es glorificado por vosotros, cuando os convertís en llamas ardientes de amor y de celo hacia Jesús presente en la Eucaristía, lleváis a Él todas las almas que os han sido confiadas, multiplicáis las horas solemnes de adoración y de reparación, exponiendo al Santísimo Sacramento sobre el altar, rodeado por luces y flores, como signos indicativos de vuestra piedad.

Mi Corazón Inmaculado es glorificado por vosotros, cuando multiplicáis por todas partes los Cenáculos de oración hecha Conmigo, que Yo os he pedido: Entre los Sacerdotes, los fieles, los jóvenes, los niños y en las familias.

Así preparáis el tiempo del segundo Pentecostés para la Iglesia y para el mundo entero.

Con el segundo Pentecostés el Espíritu Santo dará su testimonio perfecto del Hijo y traerá su glorioso Reino de Amor en la tierra, para que Jesús sea amado, adorado y glorificado por una humanidad completamente renovada.

Sólo entonces mi Corazón Inmaculado tendrá su triunfo.”

 

Malvern, Pensilvania (U.S.A.), 15 de noviembre de 1990

Ejercicios Espirituales en forma de Cenáculo con 3 Obispos
y 250 Sacerdotes del M.S.M. de los Estados Unidos y Canadá

La hora de la gran prueba

“Hijos predilectos, hoy quiero deciros, el gozo y el consuelo tan grande que siente mi Corazón Inmaculado, al veros reunidos, en tan gran número, en estos Ejercicios Espirituales que hacéis bajo forma de un continuo Cenáculo.

Habéis venido de casi todos los Estados de vuestra Nación, de Canadá y de otros Países de América Latina.

Os reunís en la oración hecha Conmigo, con el rezo del Rosario completo, con la escucha de mi palabra, con la solemne hora de adoración Eucarística y con la concelebración de la Santa Misa, siempre presidida por un Obispo, durante la cual  renováis vuestro acto de consagración a mi Corazón Inmaculado.

Habéis querido hacer aún más intenso vuestro acto de amor y reparación a Jesús presente en la Santísima Eucaristía, con vuestra adoración nocturna, tan querida y bendecida por Mí, porque ha dado  tanto consuelo y tanta alegría al corazón Eucarístico y Sacerdotal de Jesús.

Ahora os anuncio que la hora de la gran prueba ya ha llegado.

La gran prueba ha llegado para vuestra Nación.

¡Cuántas veces, como Madre preocupada y dolorida, he querido invitar a mis hijos a recorrer el camino de la conversión y del retorno al Señor!

No he sido escuchada.

Habéis seguido por el camino del rechazo de Dios y de su ley de amor. Se han difundido cada vez más los pecados de impureza, y la inmoralidad se ha extendido como un mar que ha sumergido todas las cosas. Se ha justificado el pecado impuro contra naturaleza de la homosexualidad; se ha generalizado el uso de los medios para impedir la vida, mientras los abortos, esos asesinatos de niños inocentes que claman venganza ante Dios, se han difundido y son practicados por todas partes en vuestra Patria.

Ya está próximo el momento de la Justicia Divina y de la gran Misericordia.

Conoceréis la hora de la debilidad y de la pobreza; la hora del sufrimiento y de la derrota; la hora purificadora del gran castigo.

La gran prueba ha llegado para vuestra Iglesia.

Se han seguido difundiendo los errores que han llevado a la pérdida de la fe. Muchos Pastores no han estado atentos, ni vigilantes y han permitido a muchos lobos rapaces, disfrazados de corderos, introducirse en la grey para llevar el desorden y la destrucción.

¡Qué grande es vuestra responsabilidad, oh Pastores de la Santa Iglesia de Dios!

Se sigue por el camino de la separación del Papa y del rechazo de su Magisterio; hasta se prepara a escondidas un verdadero cisma que pronto podrá llegar a ser abierto y proclamado.

Entonces quedará solamente un pequeño resto fiel que Yo guardaré en el jardín de mi Corazón Inmaculado.

–La gran prueba ha llegado para toda la humanidad.

El castigo que he predicho en Fátima y es contenido en esa parte del secreto que todavía no os ha sido revelado, está a punto de llegar.

Ha llegado para el mundo el gran momento de la Justicia Divina y de la Misericordia.

Por esto os he querido aquí.

Vosotros debéis ser los apóstoles de estos últimos tiempos.

Id a todas partes y proclamad, con fortaleza y valor, el Evangelio de Jesús.

Caminad por la senda del desprecio del mundo y de vosotros mismos.

Iluminad la tierra en estos tiempos de gran oscuridad. Haced bajar sobre el mundo los rayos de luz de vuestra fe, de vuestra santidad, de vuestro amor.

Habéis sido escogidos para combatir con valor contra la fuerza de aquél que se opone a Cristo, para conseguir, al final, mi mayor victoria.

Salid de este Cenáculo con confianza; salid con gozo y con una gran esperanza.

Yo estoy con vosotros.

Yo me manifiesto por medio de vosotros.

Yo realizaré prodigios en vosotros, para que todos puedan ver mi Luz y sentir mi presencia maternal.

Junto a vuestros seres queridos, y a las almas que os han sido encomendadas, os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.”

 

Dongo (Como), 8 de junio de 1991

Fiesta del Corazón Inmaculado de María

Apóstoles de los últimos tiempos

“Hoy celebráis la memoria litúrgica de mi Corazón Inmaculado.

Es vuestra fiesta, mis predilectos e hijos a Mí consagrados.

Habéis sido escogidos por Mí y llamados a formar parte de mi ejército victorioso.

Formáis parte de Mi propiedad.

Tengo un gran designio sobre vosotros.

Éste mi designio, os ha sido revelado en cada detalle.

Ahora debe ser manifestado a la Iglesia y a la humanidad en todo su esplendor, porque estos son los tiempos de vuestra madurez y de vuestro testimonio público.

Mostraos a todos como mis consagrados, como los Apóstoles de estos últimos tiempos.

Como Apóstoles de los últimos tiempos, debéis anunciar con valentía todas las verdades de la fe católica, proclamar con fuerza el Evangelio, desenmascarar con decisión las herejías peligrosas, que se disfrazan de verdades, para engañar mejor las mentes y de este modo alejar de la verdadera fe a un gran número de hijos míos.

Como Apóstoles de los últimos tiempos, debéis oponeros con la fuerza de los pequeños, a la soberbia fuerza de los grandes y de los doctos, quienes seducidos por una falsa ciencia y por la vanagloria, han desgarrado el Evangelio de Jesús, proponiendo de él una interpretación racional, humana y totalmente equivocada. Han llegado los tiempos predichos por San Pablo, en los que, muchos anuncian unas doctrinas falsas y peregrinas y así la gente corre detrás de estas fábulas y se aleja de la verdad del Evangelio.

Como Apóstoles de los últimos tiempos, debéis seguir a Jesús por el camino del desprecio del mundo y de vosotros mismos, por el camino de la humildad, de la oración, de la pobreza, del silencio, de la mortificación, de la caridad, de una unión más profunda con Dios.

Sois desconocidos y despreciados por el mundo y por los que os rodean, con frecuencia sois obstaculizados, marginados y perseguidos, porque este sufrimiento es necesario a la fecundidad de vuestra misma misión.

Como Apóstoles de los últimos tiempos, ahora debéis iluminar la tierra con la Luz de Cristo.

Mostraos a todos como hijos míos, porque Yo estoy siempre con vosotros.

Que la fe sea la Luz que os ilumine, en estos días de apostasía y de gran oscuridad, y que sólo os consuma el celo por la gloria de mi Hijo Jesús, en estos tiempos de tan gran, infidelidad.

Como Apóstoles de los últimos tiempos, os corresponde a vosotros la misión de realizar la segunda evangelización, tan pedida por mi Papa Juan Pablo II.

Evangelizad la Iglesia, que se ha alejado del Espíritu de Cristo y se ha dejado seducir por el espíritu del mundo, que ha penetrado profundamente en ella y la ha invadido totalmente.

Evangelizad la humanidad, que se ha vuelto pagana después de casi dos mil años desde el primer anuncio del Evangelio.

Evangelizad a todos los hombres, que se han convertido en víctimas de los errores, del mal, del pecado y se dejan arrastrar por el viento impetuoso de todas las falsas ideologías.

Evangelizad los pueblos y las naciones de la tierra, inmersos en la tiniebla de la negación práctica de Dios, mientras se postran ante el culto del placer, del dinero, de la fuerza, del orgullo, de la impureza.

Han llegado vuestros tiempos y Yo os he formado en estos años para que podáis dar ahora vuestro fuerte testimonio de discípulos fieles de Jesús, hasta derramar vuestra propia sangre.

Cuando desde todas las partes de la tierra, todos vosotros, mis pequeños hijos, deis este testimonio de Apóstoles de los últimos tiempos, entonces mi Corazón Inmaculado tendrá su mayor triunfo.”

 

Rubbio (Vicenza), 1 de enero de 1992

Fiesta de María Santísima Madre de Dios

Vuestra liberación está cerca

“Hoy os invito a alzar vuestra mirada hacia Mí, hijos predilectos, porque vuestra liberación está cerca.

Entráis en los tiempos decisivos, que os conducen al triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo.

Los acontecimientos se suceden de una manera rápida y el año nuevo, que hoy estáis iniciando, llevará al cumplimiento de cuanto Yo os he revelado en algunos de mis secretos.

La acción de mi Adversario se hará más fuerte, para extender su dominio sobre toda la humanidad.

Así aumentarán por doquier el mal, el pecado, la violencia y el odio, la perversión y la incredulidad.

Las guerras se difundirán involucrando a otros pueblos y naciones, y muchos de mis pobres hijos tendrán que llevar la pesada carga de esta cruz sangrienta.

Pero tened confianza.

Alzad la mirada hacia Mí, Madre de Dios y verdadera Madre vuestra.

Hoy os anuncio que vuestra liberación está cerca.

También en la Iglesia, la tiniebla se hará aún más densa y logrará envolverlo todo.

Los errores se difundirán más, y muchos se alejarán de la verdadera fe. La apostasía se propagará como una epidemia y muchos Pastores y los rebaños a ellos encomendados serán golpeados por ella.

En todas las partes de la tierra, la Iglesia, esta pobre hija mía agonizante y crucificada, tendrá que sufrir mucho.

La contestación al Papa se hará más fuerte: teólogos, obispos, sacerdotes y fieles se opondrán abiertamente a su Magisterio.

Mi Papa se sentirá cada vez más solo, mientras será abandonado, criticado, y ridiculizado por muchos.

Pero tened una gran confianza y paciencia.

Sed fuertes en la fe y en la esperanza.

Alzad la mirada hacia Mí, Madre de Dios y verdadera Madre vuestra.

Hoy os anuncio que vuestra liberación está cerca.

Salid de vuestro ocultamiento, hijos míos predilectos, e id a todas partes a iluminar la tierra con la sola Luz de Cristo.

Vuestros tiempos han llegado.

No temáis si no sois conocidos por el mundo, si sois despreciados, marginados y perseguidos.

Yo estoy siempre con vosotros.

Mostraos a todos como mis hijos predilectos, mis consagrados, mis apóstoles de estos últimos tiempos que Yo, desde hace ya veinte años estoy formando, por medio de los mensajes que doy a través de este hijo mío, el más pequeño.

Caminad por la senda del desprecio del mundo y de vosotros mismos, de la humildad y de la pequeñez, del amor y de la pureza.

Así llegaréis a ser los buenos Samaritanos para la Iglesia de hoy, que tanto sufre. Amad siempre; no juzguéis a nadie.

Ayudad a todos con la ternura de vuestro amor sacerdotal.

Permaneced unidos al Papa para ayudarlo a llevar su gran Cruz hacia el Calvario.

Id por todos los caminos del mundo, en busca de mis pobres hijos descarriados.

Tomad en vuestros brazos sacerdotales, a los pobres, a los enfermos, a los desesperados, a los abandonados, a los golpeados, a los oprimidos, a todas las innumerables víctimas de la violencia, del odio y de las guerras.

Llevadlos a todos al refugio seguro de mi Corazón Inmaculado.

Alzad los ojos de este tiempo tenebroso que estáis viviendo, y no temáis si Satanás es ahora el dominador incontrastado del mundo y el dueño de toda la humanidad. Pronto su reino será reducido a un montón de ruinas y su poder será destruido, porque Yo misma lo ataré con una cadena y lo encerraré en su estanque de fuego eterno y de muerte, del cual no podrá salir jamás.

Y será Jesucristo Rey de la eterna gloria, el que reinará sobre todo el mundo renovado, y así dará inicio a los tiempos nuevos que están por llegar.

Por eso os repito al inicio de este año nuevo: tened confianza.

Vivid cada día en la fe y en una gran esperanza.

Alzad los ojos hacia Mí, Madre de Dios y verdadera Madre vuestra.

Hoy os anuncio que vuestra liberación está cerca.”

 

Sâo Paulo (Brasil), 27 de marzo de 1992

Ejercicios Espirituales en forma de Cenáculo,
con los Responsables del M.S.M. de todo Brasil

Id y evangelizad

“Mi Corazón Inmaculado es hoy glorificado por vosotros, en este Cenáculo continuo de oración y fraternidad en el cual os encontráis los Responsables del Movimiento Sacerdotal Mariano, llegados de todas partes del Brasil.

Yo estoy con vosotros.

Me uno a vuestra oración, para alcanzaros el don del Espíritu Santo, que os transforme en los Apóstoles de estos últimos tiempos.

Ha llegado el momento de vuestro testimonio público.

Mostraos a todos como mis pequeños hijos, como los Apóstoles formados por Mí para la gran misión de la nueva evangelización que os espera.

Así como en el Cenáculo de Jerusalén, Yo abrí la puerta para que los Apóstoles salieran a predicar el Evangelio, iniciando así la primera evangelización, así en este vuestro Cenáculo, Yo os llamo a ser los Apóstoles de la Segunda Evangelización.

Por lo tanto al finalizar este Cenáculo extraordinario, Yo confío a cada uno de vosotros mi mandato maternal: id y evangelizad.

–Id a todas partes de esta vuestra Nación tan grande.

Id a todos los lugares, hasta los más lejanos y perdidos.

Id a todos mis hijos, especialmente a los más alejados, a los pecadores, a los pobres, a aquellos que son víctimas del mal, del vicio, del egoísmo, del odio, y de la impureza.

Id a todas las criaturas, con la fuerza que os da mi misión maternal.

Id como Apóstoles de la Segunda Evangelización, a la cual os llama fuertemente mi primer hijo predilecto, el Papa Juan Pablo II.

Id y evangelizad.

–Evangelizad esta pobre humanidad, que ha vuelto al paganismo, después de casi dos mil años desde el primer anuncio del Evangelio.

Evangelizadla, predicando la urgente necesidad de la conversión y de su retorno al Señor.

Que los ídolos que ella ha construido con sus propias manos, sean destruidos: el placer, el dinero, el orgullo, la impureza, el ateísmo, el egoísmo desenfrenado, el odio y la violencia.

Y que vuelva a su Dios por el camino de la penitencia, de la renuncia a Satanás, y a sus seducciones; al pecado y a toda forma de mal.

Entonces florecerán en su camino la Gracia y la santidad, la pureza y el amor, la concordia y la paz.

Evangelizad la Iglesia sufriente y dividida, invadida por el humo de Satanás y amenazada por la apostasía y por la pérdida de la fe.

Que la Iglesia vuelva a creer en el Evangelio de Jesús.

El Evangelio de Jesús, predicado y vivido a la letra, sea la única luz que la guíe en su camino terreno.

Entonces la Iglesia volverá a ser humilde, santa, hermosa, pobre, evangélica, sin manchas ni arrugas, a imitación de vuestra Madre Celeste, que la conduce cada día hacia su mayor renovación.

–Evangelizad a todos los hombres, predicando que el Reino de Dios está cerca.

Se acerca el momento de la segunda venida de Jesús, del retorno de Cristo en gloria, para instaurar entre vosotros su Reino de gracia, de santidad, de justicia, de amor y de paz.

Anunciad a todos este su glorioso retorno, para que florezca en el mundo la esperanza y el corazón de los hombres se abra para recibirlo.

Abrid de par en par las puertas a Cristo que viene.

Por esto predicad la necesidad de la oración y de la penitencia; la práctica valiente de todas las virtudes; de la vuelta al culto perfecto de amor, de adoración y de reparación a Jesús presente en la Eucaristía. Difundid por todas partes los Cenáculos de oración que Yo os he pedido: entre los niños, los jóvenes, los sacerdotes y los fieles. Sobre todo difundid por todas partes los Cenáculos familiares que Yo pido como medio poderoso para salvar la familia cristiana de los grandes males que la amenazan.

Salid de este Cenáculo como los Apóstoles de esta Segunda Evangelización. No temáis.

Yo estoy siempre con vosotros y os conduzco por este camino luminoso.

Con vuestros seres queridos, y con las almas que os han sido confiadas, os bendigo, a todos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.”

 

Valdragone (República de San Marino), 1 de julio de 1993

Ejercicios Espirituales en forma de Cenáculo
con Obispos y Sacerdotes del M.S.M. de América y de Europa

La misión que os confío

“En estos días, hijos predilectos, ¡cuánta alegría dais a mi Corazón Inmaculado y cómo consoláis mi dolor!

Habéis venido de países lejanos de América y de toda Europa, y ahora, Obispos y Sacerdotes de mi Movimiento, os encontráis reunidos en un continuo Cenáculo.

Vuestra Madre Celeste está presente de una manera extraordinaria, para orar con vosotros, para haceros crecer en el amor y en la unidad, para obteneros el don del Espíritu Santo que os confirme en vuestra vocación, que os de valor en vuestro apostolado, que lleve alegría y paz a vuestro corazón.

En vosotros vuestra Madre Celestial es glorificada. Por medio de vosotros se realiza el triunfo de mi Corazón Inmaculado.

Por esto todavía una vez más os he llamado aquí arriba, sobre este monte, y vosotros habéis respondido con gran generosidad. Por esto he ejercitado, fuertemente, mi acción materna en vuestros corazones y en vuestras almas, porque en adelante debéis estar prontos a la misión que os confío.

La misión que os confío es la de ir por todas partes llevando la luz de la Verdad, en estos tiempos en los que las tinieblas del error se han difundido por doquier.

Ved cómo la falta de fe se propaga, ¡Cómo la apostasía crece cada día!

Sed vosotros la luz encendida en la noche, sed los apóstoles fieles al Evangelio, que debe ser vivido por vosotros y anunciado a la letra.

No os dejéis seducir por falsos maestros, que hoy se han hecho tan numerosos; no os dejéis engañar por las nuevas doctrinas aunque sean generalmente seguidas; porque, como Cristo, también su Verdad es la misma: ayer, hoy y siempre.

Entonces, en estos días, vuestra luz resplandecerá ante los hombres, que glorificarán a vuestro Padre Celestial; indicaréis el camino a seguir en esta nueva evangelización, y llegaréis a ser los apóstoles de estos últimos tiempos.

La misión que os confío es la de ir por doquier a llevar la salvación de Cristo, a una humanidad que se ha vuelto pagana, después de caso dos mil años desde el primer anuncio del Evangelio.

Dad al mundo de hoy a Jesús, el único Redentor, el único Salvador.

Dadlo con el ejercicio fiel de vuestro sacerdocio, que os pone al servicio de las almas, con el ministerio de los Sacramentos que os ha sido confiado.

Sobre todo sed solícitos en la oración, diligentes en el apostolado, ardientes de amor en la celebración de la Eucaristía, asiduos y disponibles en el Sacramento de la Reconciliación, que hoy es tan olvidado por gran parte de mis hijos Sacerdotes.

Entonces ayudad a los fieles, confiados a vuestro cuidado, a caminar por la senda de la santidad, de la Gracia de Dios, del amor, de la pureza, en el ejercicio de todas las virtudes.

La misión que os confío es la de ir por doquier a llevar el fuego del amor, a una humanidad desecada por el egoísmo, oscurecida por el odio, herida por la violencia, amenazada por la guerra.

Ved cuántos son mis pobres hijos que cada día sucumben, bajo el peso de esta general incapacidad de amar.

Ahora que la gran prueba ya ha llegado, andad por todas partes del mundo a buscar a mis hijos que se han descarriado. Tomadles en vuestros brazos sacerdotales y llevadles a todos al refugio seguro de mi Corazón Inmaculado.

Sostened a los débiles; reforzad a los tímidos; convertid a los pecadores; conducid a la casa del Padre a los alejados; sanad a los enfermos; confortad a los moribundos; a todos dadles el rocío celeste de mi amor materno y misericordioso.

Ya desde este año, los acontecimientos se agravarán en la Iglesia y en el mundo, porque entráis en los tiempos, que os han sido predichos por Mí, en el mensaje que os he dado en Fátima y que hasta ahora no se os ha revelado todavía.

Pero ahora se volverá patente por los mismos acontecimientos que estáis viviendo.

Por esto La misión que os confío es la de ir por todas partes llevando la luz de la Verdad, la salvación de Jesús, la ternura de mi amor materno. Así vosotros llegáis a ser los instrumentos del triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo.

Salid de este Cenáculo en la alegría; la paz en el corazón sea el signo de mi cotidiana presencia junto a vosotros.

Vivid en la confianza y en una gran esperanza, y llegad a ser el signo de consolación de todos cuantos encontréis en vuestro camino.

Con vuestros seres queridos, con todos aquellos que os han sido confiados, os bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.”

 

Santiago (República Dominicana), 8 de diciembre de 1994

Fiesta de la Inmaculada Concepción

Apóstoles de los últimos tiempos

“Te encuentras aquí, mi pequeño hijo, para hacer el Cenáculo con el Obispo, los Sacerdotes y los fieles de mi Movimiento, en este día en el que la Iglesia celebra la solemnidad de mi Inmaculada Concepción.

La Santísima Trinidad me ha colmado de este singular privilegio, porque estaba destinada a ser la Madre del Verbo, hecho hombre en mi purísimo seno.

En previsión de mi divina maternidad, fui preservada del pecado original y de toda sombra de pecado personal, y he sido colmada de gracia y de santidad.

Por ser Madre de Jesús, he sido asociada íntimamente al misterio de su Redención, como corredentora y así he llegado a ser mediadora de la gracia entre vosotros y mi hijo Jesús.

Bajo la Cruz, por voluntad de mi Hijo, fui hecha Madre de todos vosotros, y en el Cenáculo con los Apóstoles, he participado como Madre en el nacimiento de la Iglesia.

Mi misión materna ha sido la de conducir a la Iglesia por el camino de su evangelización.

Por esto siempre he estado junto a todo hijo mío que, a lo largo de dos mil años, ha llevado a todas partes del mundo el anuncio del Evangelio.

Precisamente hoy celebráis aquí los quinientos años de la primera evangelización de todo este gran continente de América.

Después de casi dos mil años del primer anuncio del Evangelio, la humanidad se ha vuelto pagana.

Yo soy la Madre de la segunda evangelización. Es mía la misión de formar a los Apóstoles de la segunda evangelización.

En estos años os he formado con un cuidado especial, y a través del don de mis palabras, para ser los Apóstoles de los últimos tiempos.

Apóstoles de los últimos tiempos, porque debéis anunciar a todos, hasta los últimos confines de la tierra, el Evangelio de Jesús en estos días de gran apostasía.

Difundid en la gran tiniebla que ha descendido sobre el mundo, la luz de Cristo y de su divina Verdad.

Apóstoles de los últimos tiempos, porque debéis dar a todos la misma vida de Dios, por medio de la Gracia que vosotros comunicáis con los Sacramentos de los cuales sois los ministros. Y así difundís el perfume de la pureza y de la santidad, en este tiempo de gran perversión.

Apóstoles de los últimos tiempos, porque estáis llamados a llevar el rocío del amor misericordioso de Jesús a un mundo marchito por la incapacidad de amar y amenazado cada vez más por el odio, la violencia y la guerra.

Apóstoles de los últimos tiempos, porque debéis anunciar el cercano retorno de Jesús en gloria, que introducirá la humanidad en los tiempos nuevos, en los que finalmente se verán los nuevos cielos y la tierra nueva.

Proclamad a todos su cercano retorno: maranathá: ¡ven Señor Jesús!”

 

Milán, 31 de diciembre de 1997

Última noche del año

Todo os ha sido revelado

“Hijos predilectos, pasad Conmigo en la oración, en el silencio, las últimas horas de este año que está a punto de acabar.

No las paséis en la disipación y en las diversiones, como lo hacen tantos hijos míos.

Este año ha sido particularmente importante para mis proyectos.

Ahora entráis en mis tiempos.

Por eso os he trazado un camino luminoso, por el cual debéis caminar todos, para vivir la consagración a mi Corazón Inmaculado que me habéis hecho.

Ahora todo os ha sido revelado.

–Todo os ha sido revelado: Mi designio os ha sido proféticamente anunciado en Fátima y, en estos años, Yo lo he realizado a través de mi Movimiento Sacerdotal Mariano.

Mi designio os ha sido revelado en su lenta preparación.

Este siglo vuestro, que está a punto de acabar, ha sido puesto bajo el signo de un fuerte poder concedido a mi Adversario.

De este modo la humanidad ha sido seducida con el error del ateísmo teórico y práctico; en el lugar de Dios se han construido los ídolos que todos adoran: el placer, el dinero, la diversión, el poder, el orgullo y la impureza.

Verdaderamente Satanás, con la copa de la lujuria, ha triunfado en su intento de seducir a todas las naciones de la tierra.

Ha reemplazado el amor por el odio, la unión por la división; la justicia por multitud de injusticias; la paz por una continua guerra.

De hecho este siglo ha transcurrido todo él bajo el signo de guerras crueles y sangrientas, que han causado millones de víctimas inocentes.

Entonces la Santísima Trinidad ha dispuesto que vuestro siglo fuera puesto bajo el signo de una fuerte, materna y extraordinaria presencia Mía.

Así en Fátima he indicado el camino que la humanidad debía recorrer para volver al Señor: el de la conversión, el de la oración, y el de la penitencia.

Y os he ofrecido como seguro refugio mi Corazón Inmaculado.

–Todo os ha sido revelado: Mi designio os ha sido indicado también en su dolorosa realización.

La humanidad ha caído bajo el dominio de Satanás y de su gran poder, ejercitado con las fuerzas satánicas y masónicas; Mi Iglesia ha sido oscurecida por el humo que ha entrado dentro de ella.

Los errores son enseñados y propagados, haciendo perder a muchos la verdadera fe en Cristo y en su Evangelio; la santa Ley de Dios es abiertamente violada; el pecado es cometido y con frecuencia es también justificado y así se pierde la luz de la Gracia y de la divina presencia; la unidad es profundamente resquebrajada por la fuerte contestación al Magisterio, sobre todo al Papa, y se extiende cada vez más la llaga de dolorosas laceraciones.

Para dar a la Iglesia, sufriente y crucificada de vuestro tiempo, mi ayuda materna y un seguro refugio, he hecho surgir el Movimiento Sacerdotal Mariano y lo he difundido por todas partes del mundo, por medio de este Libro mío, que os traza la senda que debéis recorrer para difundir mi Luz.

Con este Libro os enseño a vivir la consagración a mi Corazón Inmaculado, con la sencillez de los niños, con espíritu de humildad, de pobreza, de confianza y de filial abandono.

Hace ya veinticinco años que os guío, con las palabras que he dicho al corazón de este pequeño hijo mío, que Yo he escogido como instrumento para la realización de mi designio materno.

En estos años Yo misma lo he llevado varias veces a todas partes del mundo, y él se ha dejado conducir dócilmente, pequeño y temeroso, pero totalmente abandonado a Mí, como un niño en brazos de su madre.

Ahora cuanto os debía decir os ha sido dicho, porque todo os ha sido revelado.

Así pues, en esta noche, terminan los mensajes públicos, que desde hace veinticinco años os he dado: ahora debéis meditarlos, vivirlos y ponerlos en práctica. Entonces las palabras que he hecho descender de mi Corazón Inmaculado, como gotas de rocío celestial sobre el desierto de vuestra vida tan insidiada, producirán frutos de gracia y santidad.

De ahora en adelante me manifestaré a través de la palabra, de la persona y la acción de este pequeño hijo mío, que Yo he escogido para ser vuestro guía y que ahora conduzco al vértice doloroso de su misión.

–Todo os ha sido revelado: Mi designio os ha sido predicho sobre todo en lo referente a su maravilloso y victorioso cumplimiento.

Os he anunciado el triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo.

Al final mi Corazón Inmaculado triunfará.

Esto sucederá en el máximo triunfo de Jesús, que traerá al mundo su Reino glorioso de amor, de justicia y de paz y hará nuevas todas las cosas.

Abrid los corazones a la esperanza. Abrid las puertas a Cristo que viene a vosotros en gloria.

Vivid la hora vibrante de este segundo adviento.

Haceos así valientes anunciadores de este triunfo suyo, porque vosotros pequeños niños consagrados a Mí, que vivís de mi mismo espíritu, sois los apóstoles de estos últimos tiempos.

Vivid como fieles discípulos de Jesús, en el desprecio del mundo y de vosotros mismos, en la pobreza, en la humildad, en el silencio, en la oración, en la mortificación, en la caridad y en la unión con Dios mientras sois desconocidos y despreciados por el mundo.

Ha llegado el momento de salir de vuestro ocultamiento para ir a iluminar la tierra.

Mostraos a todos como hijos míos porque Yo estoy siempre con vosotros.

Sea la fe la luz que os ilumine en estos días de oscuridad, y que os consuma solamente el celo por el honor y la gloria de mi Hijo Jesús.

Combatid hijos de la Luz, porque la hora de mi batalla ha llegado ya.

En el más crudo invierno vosotros sois los brotes que se abren de mi Corazón Inmaculado y que Yo deposito sobre las ramas de la Iglesia, para deciros que está a punto de alcanzar su más bella primavera.

Será para Ella su segundo Pentecostés.

Por esto os invito a repetir con frecuencia en los Cenáculos la oración que os he pedido: –Ven Espíritu Santo; ven por medio de la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón de María, tu amadísima Esposa.–

Con el amor de una madre que, en estos años, ha sido escuchada, seguida y glorificada por vosotros, os bendigo a todos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

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