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Bienaventuranzas

Escuchar la Palabra de Dios y practicarla

Dios: Fuente de felicidad y de todo bien

Cielo: Felicidad eterna

Aceptar la voluntad de Dios

Estar contento

Confiar en Dios

Creer
Amar
Servir

Rezar

No pensar en el pasado
No temer al futuro
Vivir el momento presente
Hacer cada cosa en su momento

Satanás: fuente de infelicidad y de todo mal

¿Qué dicen los Santos?

Cielo: Felicidad eterna

El verdadero paraíso no podrá estar nunca en la tierra. Por eso las doctrinas que quieren hacer un paraíso en la tierra se equivocan, porque el hombre no está hecho para la tierra, sino para el Cielo. Ésa es su morada definitiva, mientras que la tierra es un lugar de paso y de exilio.

Por supuesto que todo lo que se haga para que este mundo sea lo más agradable posible, y especialmente que todo en él nos ayude a alcanzar el fin para el que fuimos creados: el Cielo, será bienvenido. Pero quien quiera arraigarse en la tierra y negar el Cielo, negar la eternidad, estaría equivocado y llevaría a los hombres a la más profunda desesperación, porque el hombre no está hecho para lo temporal, sino para lo eterno, y no puede saciar su felicidad con cosas materiales y temporales, sino que busca al mismo Dios, que eso es el Cielo, pues como bien ha dicho San Agustín: "Nos has creado para Ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti".

Hoy, en estos tiempos tan calamitosos por los que pasa la humanidad, y en que los sufrimientos y desgracias se hacen mayores para todos, puesto que el demonio está en el apogeo de su reinado, es necesario que pensemos más en el Cielo, nuestra Patria definitiva.

Pero hay más todavía, y es que no solamente debemos pensar en el Cielo cuando lo alcancemos, sino que en cierta forma ya hay que comenzar a vivir el Cielo en la tierra.

Efectivamente se nos dice en la liturgia de Pascua que somos hombres nuevos y que debemos vivir como resucitados. Y esto no es sólo una manera de decir, sino que es la pura realidad.

¿Por qué no vivimos en el Cielo ya desde esta tierra?

Vayamos al Sagrario de una iglesia y allí encontraremos al Señor Sacramentado. Encontraremos el Cielo en un pedacito de aparente pan.

Jesús nos ha prometido que estará con nosotros, en medio nuestro, cuando nos reunamos en su Nombre. Y donde está Jesús, está el Paraíso.

¿Acaso Jesús resucitado no está en medio de nosotros? ¿Y por qué no hacemos operante esta fe que tenemos en teoría, pero que no sabemos llevar a la vida práctica? ¿Por qué no hablamos con Jesús, si sabemos que Él es una persona real, que está en todas partes, y muy especialmente a nuestro lado?

Los Santos supieron vivir ya el Cielo desde esta tierra, y nosotros debemos imitarlos, porque ellos eran hombres como nosotros.

Vivamos siempre en presencia de Dios y ya estaremos en el Cielo. Levantemos la cabeza y miremos hacia el Cielo que nos espera, pero que ya es una realidad desde esta tierra, porque si estamos bautizados y en gracia de Dios, tenemos el Cielo en nuestra alma, y basta mirarnos interiormente para ver allí la sonrisa de Dios.

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