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No temer al futuro ¡Cuántas veces nos encontramos angustiados y miedosos contemplando el futuro! ¿Y estamos seguros de que ese futuro llegará, y de la manera que llegará? Pues no. No estamos para nada seguros, porque el futuro está en las manos de Dios, que SIEMPRE, por la fuerza de la oración y el sufrimiento de los buenos, puede cambiar lo que ya está decretado. El demonio es muy astuto y trata de entretenernos pensando en lo que puede llegar a ser, para amedrentarnos, hacernos bajar los brazos, y hacernos así inofensivos para él, sin ánimo para luchar y hacer apostolado. Así como nuestro pasado no debe ser motivo de angustia y turbación, sino que debemos dejarlo en la Misericordia de Dios; así también el futuro debemos dejarlo en la Providencia Divina, porque pase lo que pase en adelante, Dios estará allí para consolarnos y darnos los auxilios oportunos, porque nadie es tentado más allá de sus fuerzas, y si Dios llegara a exigir alguna prueba de nosotros, nos dará la gracia y la fuerza para sobrellevarla cuando llegue el momento. ¿Por qué preocuparse entonces desde ahora por lo que podría llegar a suceder? Éstos son astutos movimientos del Príncipe de las Tinieblas, para hacernos perder el tesoro inestimable del momento presente, que es el único que nos pertenece para hacer el bien, evitar el mal, ganarnos el Cielo y evitar el Infierno. Está bien que tomemos alguna precaución con respecto al futuro, ya que ello es prudencia. Pero atormentarse por lo que puede venir, es una tentación del Maligno, que trata de paralizarnos y llevarnos a la desesperación y al desaliento. |