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Uniones homosexuales En estos tiempos en que por todas partes se quiere aprobar la ley que ampara a las uniones homosexuales y las equipara a la familia, veamos qué nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica al respecto: “La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen síquico permanece ampliamente inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19,1-29; Rm 1,24-27; 1 Co 6,10; 1 Tm 1,10), la Tradición ha declarado siempre que "los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados" (CDF, decl. "Persona humana" 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una complementariedad afectiva y sexual verdadera. No pueden recibir aprobación en ningún caso.” (CIC 2357) Leamos también qué es lo que dice la Virgen en un mensaje dado al Padre Stefano Gobbi, del Movimiento Sacerdotal Mariano. He aquí el mensaje de María: Seattle (Washington-U.S.A.), 2 de junio de 1987 ¡Cuánto sufrimiento causa a su divino Corazón! “Con qué alegría acojo el Cenáculo que celebras hoy aquí en la Catedral con mis hijos predilectos, y con un gran número de mis hijos, que han venido hasta de los más apartados lugares de este Estado. Recibo el homenaje de vuestro amor y de vuestra reparación. Todavía se escarnece, se flagela a Jesús, y se le hiere en su Cuerpo Místico. ¡Cuánto hace sufrir a su Divino Corazón, la actitud permisiva de muchos Sacerdotes y de algunos Obispos, que justifican hasta los más graves actos de impureza! Precisamente aquí, en este mismo santo lugar, el Corazón de Jesús ha sido escarnecido, herido y ultrajado, al haber acogido a muchos pobres hijos míos, consumidos por este horrible vicio, y haberlos animado públicamente a proseguir por la senda del pecado impuro contra natura. Los actos impuros contra natura, son pecados que claman venganza en la presencia de Dios. Estos pecados atraen, sobre vosotros, y sobre vuestras naciones, las llamas de la Justicia de Dios. Ha llegado el tiempo de proclamar a todos, con claridad y valentía, que el sexto mandamiento, dado a Moisés: “No cometer actos impuros”, tiene aún hoy, todo su valor y debe ser observado también por esta generación corrompida y pervertida. Todo Pastor que, de cualquier modo, justificase estos pecados, atrae sobre su persona y sobre su vida el fuego ardiente de la divina justicia. La copa de la iniquidad está al presente colmada, repleta y rebosa por todas partes. Entonces os invito a multiplicar vuestros Cenáculos de oración y a ofrecerme vuestras vidas, perfumadas con la virtud de la pureza, como una potente fuerza de súplica y de reparación. Yo os prometo que los cielos, ya están a punto de abrirse sobre este pobre mundo corrompido, para que descienda la ardiente rociada de la divina justicia y de la misericordia, para que se pueda convertir en un nuevo jardín de luz, de pureza y de santidad.”
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