PORTADA

(Página principal)

Clic aquí para ver el Índice

DEVOCIONES

Oraciones básicas

Inmaculado Corazón

Santo Rosario

Sagrado Corazón

Cinco Sábados

Via Crucis

Siete Dolores de María

Divina Misericordia

Santas Llagas

San Miguel Arcángel

Quince Oraciones

Acto de amor

Escapulario

Medalla Milagrosa

Eucaristía

Espíritu Santo

Purgatorio

Tres Avemarías

Hora de la gracia

Oraciones Virgen San Nicolás

Consagración a María

Consagración a Jesús

Llaga del hombro

Divino Niño Jesús

Divina Infantita

Santa Faz de Jesús

Nombre de María

Medalla San Benito

San José

Ofrecimiento de vida

Medalla Virgen San Nicolás

Dos grandes Novenas

Lágrimas de Jesús
y de  María

Nuestra Señora
de la Confianza

Seis Primeros Jueves

Oraciones de Santa Brígida durante 12 años

Agua bendita

Libro de Devociones

MEDITACIONES

Una hora con Jesús

La hora del Getsemaní

La hora de la Dolorosa

Una hora de preparación para la muerte

El Ave María

El Padre nuestro

La santidad

La Fe

Oración y Bondad de Dios

La misericordia

La Gracia

Dios no me escucha

NOVENAS

María del Rosario

Santa Teresita

Santa Maravillas

Difuntos

Divino Niño Jesús

De la gracia

De la Misericordia

PENSAMIENTOS

Santa Madre Maravillas

Santa Margarita Alacoque

San Padre Pío

APOLOGÉTICA

Teoría darviniana

Racionalismo

LIBROS

Fundamentos y Práctica de la Vida Mariana

El secreto de María

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen María

Carta a los Amigos
de la Cruz

El misterio del más allá

El Gran medio
de la Oración

Mensajes de María del Rosario de San Nicolás

Obra de María Valtorta

MARÍA SANTÍSIMA

Socios de la Virgen

Reina de la Paz

Virgen de Fátima

Historia de María del
Rosario de San Nicolás

Señora de todos
los Pueblos

Método para
consagrarse a María

Nuestra Señora la que Desata los Nudos

OTROS TEMAS

Las Indulgencias

Enfermos

Visión del Cielo

Visión del infierno

Amar a Dios

Examen de conciencia

Poder del Nombre de Jesús

La meditación

La oración

Pedir oración

Ofrecer Reparación

Voluntad de Dios

Fidelidad a la gracia

El abandono confiado
a la Divina Providencia

Cenáculo (MSM)

Reflexiones

Galería de imágenes

Mensajes de Dios Padre

Gloria Polo vuelve de la muerte

Sueño Don Bosco

Los temperamentos

Televisión

Aborto

Homosexuales

Discotecas

Recemos por la Paz

Ángeles

VARIOS

Descarga de archivos

Enlaces

INFORMACIÓN:

Suscribirse aquí

Contacto

LA GRACIA DE DIOS

 

(Dictado a María Valtorta)

6 de junio de 1943 

Dice Jesús:

“Hoy quiero hablarte de la “gracia”. Verás que tiene relación con los otros temas aunque a primera vista no te parece. Estás un poco cansada, pobre María, pero escribe de todas formas. Estas lecciones te servirán para los días de ayuno en los cuales Yo, tu Maestro, no te hablaré.

¿Qué es la gracia? Lo has estudiado y explicado muchas veces. Pero Yo te lo quiero explicar a mi modo en su naturaleza y en sus efectos.

La gracia es poseer en vosotros la luz, la fuerza, la sabiduría de Dios. Esto es poseer la semejanza intelectual con Dios, el signo inconfundible de vuestra filiación con Dios.

Sin la gracia seríais simplemente criaturas animales, llegadas a tal punto de evolución de estar proveídas de razón, con un alma, pero un alma a nivel de tierra, capaz de guiarse en las contingencias de la vida terrena pero incapaz de elevarse a las regiones en las que se vive la vida del espíritu; por ello poco más que las bestias que se regulan solamente por el instinto y, en verdad, a menudo os superan con su modo de comportarse.

La gracia es por lo tanto un don sublime, el mayor don que Dios, mi Padre, os podía dar. Y os lo da gratuitamente porque su amor de Padre, por vosotros, es infinito como infinito es Él mismo. Querer decir todos los atributos de la gracia significaría escribir una larga lista de adjetivos y sustantivos, y aún no explicaría todavía perfectamente qué es este don.

Recuerda solamente esto: la gracia es poseer al Padre, vivir en el Padre; la gracia es poseer al Hijo, gozar de los méritos infinitos del Hijo; la gracia es poseer al Espíritu Santo, disfrutar de sus siete dones. La gracia, en fin, es poseernos a Nosotros, Dios Uno y Trino, y tener alrededor de vuestra persona mortal las legiones de ángeles que nos adoran en vosotros.

Un alma que pierde la gracia lo pierde todo. Inútilmente para ella el Padre la ha creado, inútilmente para ella el Hijo la ha redimido, inútilmente para ella el Espíritu Santo le ha infundido sus dones, inútilmente para ella están los Sacramentos. Está muerta. Ramo podrido que bajo la acción corrosiva del pecado se separa y cae del árbol vital y termina de corromperse en el barro. Si un alma supiera conservarse como es después del Bautismo y después de la Confirmación, esto es cuando ella está embebida literalmente de la gracia, aquella alma sería poco inferior a Dios. Y que esto te lo diga todo.

Cuando leéis los prodigios de mis santos os sorprendéis. Pero, querida mía, no hay nada de asombroso. Mis santos eran criaturas que poseían la gracia, eran dioses, por esto, porque la gracia os deifica. ¿Acaso no lo he dicho Yo en mi Evangelio que los míos harán los mismos prodigios que Yo hago? Pero para ser míos es necesario vivir de mi Vida, esto es de la vida de la gracia.

Si quisierais, todos podríais ser capaces de prodigios, esto es de santidad. Mejor dicho, Yo quisiera que lo fuerais porque entonces querría decir que mi Sacrificio ha sido coronado por la victoria y que realmente Yo os he arrancado del imperio del Maligno, desterrándole a su Infierno, remachando su boca con una piedra inamovible y poniendo sobre ella el trono de mi Madre, que fue la Única que tuvo su calcañal sobre el dragón, impotente para dañarle.

No todas las almas en gracia poseen la gracia en la misma medida. No porque nosotros se la infundamos en medida distinta, sino porque de distinta manera la sabéis conservar en vosotros. El pecado mortal destruye la gracia, el pecado venial la resquebraja, las imperfecciones la debilitan. Hay almas, no del todo malas, que languidecen en una tisis espiritual porque, con su inercia, que las empuja a cometer continuas imperfecciones, enflaquecen cada vez más la gracia, haciéndola un hilo debilísimo, una llamita languidecerte. Mientras debería ser un fuego, un incendio vivo, bello, purificador. El mundo se derrumba porque se derrumba la gracia en casi la totalidad de las almas y en las demás languidece.

La gracia da frutos distintos según esté más o menos viva en vuestro corazón. Una tierra es más fértil cuanto más rica es de elementos y beneficiada por el sol, por el agua, por las corrientes aéreas. Hay tierras estériles, secas, que inútilmente vienen regadas por el agua, calentadas por el sol, agitadas por los vientos. Lo mismo es en las almas. Hay almas que con cada estudio se cargan  de elementos vitales y por ello logran disfrutar el cien por cien de los efectos de la gracia.

Los elementos vitales son: vivir según mi Ley, castos, misericordiosos, humildes, amorosos de Dios y del prójimo; es vivir de oración “viva”. Entonces la gracia crece, florece, echa raíces profundas y se eleva en árbol de vida eterna. Entonces el Espíritu Santo, como un sol, inunda con sus siete rayos, de sus siete dones; entonces Yo, Hijo, os penetro con la lluvia divina de mi Sangre; entonces el Padre os mira con complacencia viendo en vosotros su semejanza; entonces María os acaricia estrechándoos contra su seno en el que me ha llevado a Mí como a sus hijitos menores pero queridos, queridos por su Corazón; entonces los nueve coros angélicos hacen corona a vuestra alma templo de Dios y cantan el “Gloria” sublime; entonces vuestra muerte es Vida y vuestra Vida es bienaventuranza en mi Reino”.

Saber más sobre la Obra de María Valtorta - CLIC AQUÍ

Ir arriba 

 

 

 

Pedir oración

Ofrecer Reparación

Libro de Visitas

Suscríbase aquí y reciba mensajes en su correo electrónico

Contacto